Ante el Cristo del Calvario
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Introducción:
Santa Teresa de Jesús aconsejaba a sus hijas, las Carmelitas Descalzas: “Poned los ojos en el Crucificado y todo se os hará poco”. Si todo eso sufrió Él por amor de mí, ¿de qué puedo quejarme cuando me llega una astillita de esa cruz? Pero ante el sufrimiento y el dolor, debemos hacer eso que Santa Teresa advertía a sus monjas: poner los ojos en el Crucificado, mirar a Jesús en la Cruz. Si lo hacemos así, de nuestro Señor Crucificado recibiremos la luz y la fuerza para abrazarnos a nuestra propia cruz, para no huir de ella.
La Fundación EUK Mamie-HM Televisión, quiere ayudarte a meditar la Pasión con esta breve meditación audiovisual, sostenida por el himno de las Vísperas del viernes de la primera semana del tiempo ordinario.
Ante el Cristo del Calvario:
Comenzamos con la meditación audiovisual que nos ofrece el himno de las Vísperas del viernes de la primera semana del tiempo ordinario, que tiene por título: En esta tarde, Cristo del Calvario:
Y puestos ante el Calvario, leemos el Evangelio de la Pasión según San Juan (Cap. 18, 17-42). Lo leemos con actitud contemplativa, poniendo los ojos en el Crucificado:
Tomaron, pues, a Jesús y Él, llevándose su cruz, salió para el lugar llamado "El cráneo", en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, quedando Jesús en el medio. Escribió también Pilato un título que puso sobre la cruz. Estaba escrito: "Jesús Nazareno, el rey de los judíos". Este título fue leído por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús fue crucificado se encontraba próximo a la ciudad; y estaba redactado en hebreo, en latín y en griego.
Mas los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas "el rey de los judíos", sino escribe que Él ha dicho: "Soy el rey de los judíos". Respondió Pilato: "Lo que escribí, escribí".
Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, de los que hicieron cuatro partes, una para cada uno, y también la túnica. Esta túnica era sin costura, tejida de una sola pieza desde arriba. Se dijeron, pues, unos a otros: "No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para saber de quién será"; a fin de que se cumpliese la Escritura: "Se repartieron mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes". Y los soldados hicieron esto.
Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Después dijo al discípulo: "He ahí a tu madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.
Después de esto, Jesús, sabiendo que todo estaba acabado, para que tuviese cumplimiento la Escritura, dijo: "Tengo sed". Había allí un vaso lleno de vinagre. Empaparon pues, en vinagre una esponja, que ataron a un hisopo, y la aproximaron a su boca. Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: "Está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Como era la Preparación a la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz durante el sábado - porque era un día grande el de aquel sábado - los judíos pidieron a Pilato que se les quebrase las piernas, y los retirasen. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y luego del otro que había sido crucificado con Él. Mas llegando a Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua.
Y el que vio, ha dado testimonio - y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad - a fin de que vosotros también creáis. Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: "Ningún hueso le quebrantaréis". Y también otra Escritura dice: "Volverán los ojos hacia Aquel a quien traspasaron".
-Hna. Beatriz Liaño, SHM