Vigilia para la renovación de la Consagración de España al Corazón de Jesús

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Introducción:

Con ocasión de la renovación de la consagración de España al Corazón de Jesús, que tendrá lugar el 30 de junio de 2019 en el Cerro de los Ángeles (Getafe, España), la Fundación EUK Mamie-HM Televisión, les ofrece este guión para realizar una vigilia de oración en parroquias, grupos de oración o incluso en familia. En esta vigilia nos uniremos a la renovación de nuestra nación al Corazón de Jesús con las mismas palabras con que la consagró Alfonso XIII y aprovecharemos para consagrarnos cada uno de nosotros y nuestras familias.

A. Preparación a la vigilia

Como preparación a esta vigilia, aconsejamos ver estos breves clips que nos hablan de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en España. Aconsejamos proyectarlos antes de comenzar la Hora Santa.

Venga tu Reino


Desde el monumento al Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles, ante el que España realizó la primera consagración, D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación de la diócesis de Getafe (España)— explica cuál es el sentido de la consagración al Corazón de Jesús y las disposiciones que nos ayudarán a prepararnos para vivir su renovación.

Reinaré en España

 

D. Julio A. de Pablos —rector de la Basílica de la Gran Promesa (Valladolid, España)— recorre brevemente la historia de las revelaciones del Corazón de Jesús al beato Bernardo de Hoyos y nos explica qué es el Reinado del Corazón de Jesús.

Solo Él reina


«Solo Él reina» nos lleva hasta el espectacular Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, situado en la montaña del Tibidabo, uno de los lugares más bonitos de Barcelona. Entrevistamos allí a D. Jesús Colina, sacerdote salesiano que lleva más de 30 años en este lugar. «Solo Él reina» recorre la historia que se esconde detrás de la construcción del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, obra de la generosidad de San Juan Bosco.

B. Vigilia para prepararnos a la renovación de la consagración de España al Corazón de Jesús

1.- Se expone el Santísimo como de costumbre. Todos de rodillas.

Se aconseja dar unos puntos de oración sobre la espiritualidad del Corazón de Jesús y dejar un tiempo de oración personal. Pueden ayudarse de este artículo:

Centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús
Un regalo para España y el mundo entero

Por Clara Martínez Gomariz, LHM

El pasado 2 de diciembre, el nuncio del papa, Mons. Renzo Fratini, abrió la Puerta Santa de la Basílica del Cerro de los Ángeles en Getafe (Madrid), e inauguró el Año Jubilar concedido por la Santa Sede para conmemorar el primer centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Las celebraciones concluirán el 24 de noviembre de este año, coincidiendo con la festividad de Cristo Rey.

En el Hogar de la Madre hemos querido unirnos a la celebración que la Iglesia ha regalado a España y al mundo entero, publicando durante todo 2019 una serie de artículos dedicados a la espiritualidad, el culto y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A lo largo de las siguientes entregas, trataremos de profundizar en los orígenes, evolución, significado y actualidad de este tesoro inagotable de gracias que Jesucristo desea derramar sobre toda la humanidad: «Beberéis aguas con gozo de las fuentes del Salvador» (Is 12, 3).

¿Por qué adorar al Corazón de Jesús?

El corazón es el músculo que bombea la sangre por todo el organismo, permitiendo que el oxígeno y los nutrientes puedan llegar a los diferentes órganos y tejidos. Al tratarse de un órgano tan vital, lo consideramos centro de la naturaleza del ser y símbolo universal del amor. Amar es un impulso hacia una persona que se torna en centro de es la palanca que impulsa este amor.

Cuando hablamos del Corazón Sagrado de Jesucristo, nos referimos al corazón físico y verdadero del mismo Cristo, y también al signo y símbolo de su amor, de sus sentimientos, afectos, ternura y virtudes. Nos referimos a todo su Ser: «Es la persona misma de Jesús quien se nos abre en su Corazón, diciéndonos como a Santa Margarita María: “He aquí este Corazón”. Y nosotros, mirando al Corazón que se nos muestra así, aprendemos a conocer la Persona en su fondo. Por esta manera, todo Jesús se recapitula en su Corazón, como todo lo demás se recapitula en Jesús» (Bainvel. La devoción al Corazón de Jesús, cap. VIII).

Por ello se ha dicho, con razón, que el culto al Sagrado Corazón es sustancialmente «el mismo culto al Amor con que Dios nos amó por medio de Jesucristo» (Pío XII, Haurietis Aquas, IV, 29), y que en su devoción «se expresa el núcleo esencial del cristianismo» (Benedicto XVI, 19/6/2009).

Evolución histórica

Es muy difícil resumir la historia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, dada la ingente bibliografía existente, que abarca liturgia, iconografía, Teología e Historia política mundial. El núcleo de la Escritura es manifestar el amor de Dios a los hombres, que es la razón principal de este culto.

En el Antiguo Testamento encontramos algunos textos que, leídos a la luz del misterio pascual de Cristo, cobran todo su sentido y nos muestran la riqueza del Corazón abierto del Señor: «Mi Corazón se desgarra de dolor. Esperaba quien me consolase, pero no lo he encontrado» (Sal 69, 20) . Y en Zacarías 13 leemos: «Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza». En el Nuevo Testamento se nos revela la novedad revolucionaria «del Amor que nos salva y nos hace vivir ya en la eternidad de Dios» (Benedicto XVI, 19/6/2009). A este respecto, está claro que la Virgen María fue la que mejor conoció el Amor de su Hijo y la que más le amó, y los Sagrados Corazones de ambos latieron juntos desde el mismo instante de la Anunciación.

Junto a Ella, el evangelista S. Juan es, sin lugar a dudas, el primer discípulo del Corazón de Cristo, elegido por nuestro Señor al permitirle recostarse en su pecho en la noche de la Última Cena. Según afirman Orígenes, S. Jerónimo, S. Agustín y Sta. Gertrudis, con este gesto penetró en los secretos del Corazón del Señor, en sus pensamientos y sentimientos íntimos, en los misterios divinos; y quedó abrasado en su amor y en deseos de que los hombres le conociesen. Bebió en secreto lo que se habría de ofrecer a todos los hombres a través de su Corazón abierto en la cruz.

La primera gran revelación del Corazón de Jesús hecha a Sta. Gertrudis en el s. XIII, tuvo lugar el día de S. Juan, por su mediación y después de haber estado también ella reclinada sobre el costado de Jesús en la hora de Maitines. En esta revelación, la santa afirma que, mientras el evangelista estuvo recostado sobre el pecho del Señor, sintió sus latidos, dejando su alma impregnada de dulzura y enardecida de amor. «¿Y cómo no dijisteis nada en vuestro Evangelio?», preguntó ella. Porque «el contar la suavidad de estas pulsaciones estaba reservado a los tiempos modernos, a fin de que oyendo tales cosas, el mundo que envejece entorpecido en el amor de Dios, se caldease de nuevo» respondió él.

S. Juan es el único evangelista que narra el pasaje de la Herida del Costado: «uno de los soldados con la lanza le traspasó el Costado, y al punto salió sangre y agua. Y quien lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero y él sabe que dice verdad, para que vosotros creáis» (Jn 19, 34-35). Y así como del costado de Adán fue formada Eva, su esposa, así del Costado de Cristo fue formada su mayor obra de Amor, la Iglesia, esposa suya.

Tres veces más hará S. Juan mención de la Llaga del pecho de Jesucristo: la primera, el día de la Resurrección, cuando se mostró el Señor a todos los apóstoles reunidos; la segunda y la tercera, en el episodio de la incredulidad de Santo Tomás. Es el único que habla de esa dulcísima Herida: «Les mostró las manos y el costado» (Jn 20, 20) ; S. Lucas -que era médico- dirá simplemente: «Les mostró las manos y los pies» (Lc 24, 40).

A lo largo de la historia muchos santos han profesado gran devoción a este misterio: S. Bernardo, Sta. Clara, S. Buenaventura, Sta. Margarita de Cortona, Sta. Gertrudis, Sta. Catalina de Siena, Sta. Juliana, Sta. Teresa, la Bta. María de Jesús, Sta. Juana de Chantal y S. Francisco de Sales. Y destacan de manera especial: S. Juan Eudes, Sta. Margarita Mª de Alacoque y S. Claudio de la Colombière, el Bto. Bernardo de Hoyos, sor Josefa Menéndez y Sta. Faustina Kowalska.

Aunque esta devoción se fue desarrollando inicialmente en monasterios benedictinos, cistercienses, franciscanos, dominicos y cartujos, a partir del s. XVI la Compañía de Jesús tendrá un papel prominente. Aparecen en este momento las primeras muestras de una devoción propiamente dicha, con oraciones expresamente formuladas y ejercicios de piedad. S. Juan Eudes es considerado el iniciador del culto litúrgico. Compuso una misa y oficio propios, lo que le valió el sobrenombre de Padre, Doctor y Apóstol de los Sagrados Corazones. Sobre ambos escribió en sus libros, instituyó una congregación dedicada a ellos, y consiguió la autorización necesaria para celebrar su fiesta solemne en la Francia de 1672.

Como veremos, también los papas, sobre todo en los s. XIX y XX, favorecieron cada vez más este culto, por ser una providencial devoción para ayudar a la Iglesia y a la humanidad frente a los retos actuales que planteaba la modernidad. ©Revista HM; nº206 Enero-Febrero 2019

2.- Ritual de oración.

Sacerdote o lector: Corazón de Jesús Sacramentado, venimos a tu presencia como respuesta al ardiente deseo de tu Sagrado Corazón a serlo todo en nuestras vidas y posesiones.

España ya respondió a esa llamada por medio de su rey Alfonso XIII. Era el 30 de mayo de 1919. En el centenario de ese gran acontecimiento, mañana 30 de junio de 2019, España renovará su consagración al «Rey de reyes y Señor de los que dominan».

Todos: Puestos en oración ante Ti, Señor, te presentamos la nación española y todas sus necesidades, sus carencias materiales, pero sobre todo sus miserias espirituales.

Sacerdote o lector: Venimos a reparar y a consolar a tu Corazón herido por nuestra falta de fe y de amor. Perdón, Señor, perdón.

Todos: Perdón, Señor, perdón.

Sacerdote o lector: Por las leyes injustas que atentan contra la vida y la ley natural. Porque personalmente no hemos hecho nada por abolirlas, por nuestro pecado de omisión. Perdón, Señor, perdón.

Todos: Perdón, Señor, perdón.

Sacerdote o lector: Te presentamos también a nuestras familias y todas sus necesidades. Te pedimos perdón porque en ocasiones hemos desatendido la transmisión de la fe en nuestra familia, y nuestros hijos y familiares andan extraviados. Ayúdanos a recuperar esas almas. Y perdónanos, Señor.

Todos: Perdón, Señor, perdón.

Sacerdote o lector: El Corazón de Jesús le hizo al beato Bernardo de Hoyos una solemne promesa: «Reinaré en España». Hoy, cada uno de nosotros podemos decir ante el Corazón Eucarístico de Jesús nuestro personal: «Sí, quiero». Por eso, os pregunto: ¿Queréis al Sagrado Corazón de Jesús como Rey y Señor en vuestra vida y en vuestras posesiones?

Todos: Sí, quiero.

Sacerdote o lector: ¿Prometéis obedecer al Corazón de Jesús, vuestro Rey?

Todos: Sí, lo prometo.

Sacerdote o lector: ¿Prometéis amar al Corazón de Jesús, vuestro Rey?

Todos: Sí, lo prometo.

Sacerdote o lector: Este es, Señor, vuestro pueblo. Siempre, Jesús, os reconocerá por su Dios. No volverá sus ojos a otra estrella, que a esa de amor y misericordia que brilla en medio de vuestro pecho.

Todos: Amén.

Sacerdote o lector: Sea, pues, Dios nuestro, sea vuestro Corazón el faro luminoso de nuestra fe, el áncora segura de nuestra esperanza, el emblema de nuestras banderas, el escudo impenetrable de nuestra flaqueza, la aurora hermosa de una paz imperturbable, el vínculo estrecho de una concordia santa, la nube que fecunde nuestros campos, el sol que alumbre nuestros horizontes, la vena, en fin, riquísima de la prosperidad y abundancia que necesitamos.

Todos: Amén.

Sacerdote o lector: Y, pues, nos consagramos y entregamos sin reserva a vuestro Divino Corazón, multiplicad sin fin los años de nuestra paz. Desterrad de los confines de la patria la impiedad y corrupción, la calamidad y la miseria. Dicte nuestras leyes vuestro Evangelio; gobierne nuestros tribunales vuestra justicia; sostengan y dirijan a nuestros gobernantes vuestra clemencia y fortaleza; perfeccionen a nuestros sacerdotes vuestra sabiduría, santidad y celo; convierta a todos los hijos de España vuestra gracia y corónelos en la eternidad vuestra gloria; para que todos los pueblos y naciones de la tierra, contemplando la verdadera dicha y ventura del nuestro, se acojan a su vez a vuestro amante Corazón y disfruten de la paz que ofrece al mundo  esa fuente pura y símbolo perfecto de amor y caridad. Amén.

Todos: Amén.

Sacerdote o lector: Leemos todos juntos la fórmula con la que, hace 100 años, Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús.

Si es posible, se proyecta al mismo tiempo este clip, en el que se escuchan las palabras con las que Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús, con imágenes del Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles ante el que se realizó la consagración:

Todos: Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.

Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea.

Sacerdote o lector: Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz, reina en España, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!

Todos: Amén.

3.- Conclusión.

Se da la bendición y se retira el Santísimo de la forma acostumbrada.

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