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Los santos nos invitan a elevar la mirada «Hacia lo Alto», hacia el Cielo, hacia Dios. Nos invitan a no quedarnos en lo que el mundo nos ofrece, sino a poner nuestro corazón en los bienes eternos y verdaderos. La subida a esta cima puede costarnos esfuerzo, pero merece la pena. Los Siervos y Siervas del Hogar de la Madre nos presentan en este programa las vidas de aquellos que ya han alcanzado la meta y que nos invitan a mirar «Hacia lo Alto».

 

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San Maximiliano vivió completamente enamorado de la Virgen, amándola y haciendo amar a aquella a quien ofrecía cada día toda su vida. Siendo sacerdote franciscano fundó la Milicia de la Inmaculada y propuso a todos sus miembros llevar la medalla de la Milagrosa, arma más fuerte que cualquier bala que pueda uno tirar contra el enemigo para vencerle. Un santo que murió dando su vida por caridad en el campo de concentración de Auschwitz tiene mucho que enseñarnos hoy. No te pierdas su historia en «Hacia lo Alto», de la mano de Marta del Pilar Calandra.

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Santo Domingo de Guzmán y la Virgen

Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, es además un santo profundamente mariano. Muchos saben que a él le debemos la devoción del Santo Rosario, pero pocos conocen la íntima relación que mantuvo con la Virgen María durante toda su vida, especialmente desde la fundación de los dominicos. Si quieres saber más sobre esta relación tan particular que tenía con Nuestra Madre, no te pierdas esta nueva edición de «Hacia lo Alto», con la Hna. Kristin María Tenreiro, SHM.

San Antonio María Claret y la Virgen

San Antonio María Claret fue un sacerdote español, fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Se distinguió por su magnanimidad, por ser un incansable misionero, por su profunda vida interior, por el gran amor que sentía por la Eucaristía y por la entrañable devoción que tenía a Nuestra Madre, la Santísima Virgen María. Este amor le llevaba no solo a no pecar, sino incluso a privarse de cosas lícitas por amor a Ella. La Virgen recibía con toda dulzura su amor colmándole de beneficios. En una ocasión, incluso le llegó a salvar la vida. A Ella se encomendaba y Ella salía en su defensa en todo momento. ¿Quieres enterarte de algunas ocasiones en las que le ayudó? La Hna. Naomi Cabrera, SHM, nos lo cuenta en esta edición de «Hacia lo Alto».

Hermann Cohen y la Virgen

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Rachel Mª Hernández ―Sierva del Hogar de la Madre― nos presenta la vida del famoso pianista judío Hermann Cohen. Su talento lo llevó a viajar por toda Europa y a sumergirse de lleno en el mundo de la fama, las fiestas, los placeres, las adicciones y la revolución política. A pesar de todo ello, o quizás a consecuencia de todo ello, su corazón estaba muy vacío. En una ocasión, se le pidió dirigir un coro en una iglesia durante el mes de mayo. Hermann Cohen nunca olvidó este detalle: que su conversión tuviera lugar durante el mes de María. A Ella atribuyó siempre todas las gracias recibidas, su conversión y sus adelantos espirituales. Así, resolvió escogerla como la compañera de su vida diciendo: «Se lo doy todo». Llegó a afirmar: «Oh María, desde que te he encontrado a Ti, he encontrado la vida. Y, ¡qué vida! ¡Qué felicidad!».

Beato Pier Giorgio Frassati y la Virgen

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Kristin María Tenreiro —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta a Pier Giorgio Frassati, joven italiano y gran montañero, escaló los Alpes y el Valle de Aosta, pero sobre todo un fiel amigo que sabía lo que era lo verdaderamente importante: llevar a sus amigos y a todos al Señor y a Nuestra Madre. Iba siempre con el rosario en la mano mientras caminaba por la calle. Un buen día, un compañero se burló diciéndole: «¿Qué pretendes ser, un beato?». Él respondió: «Aún no he llegado a eso. Tan solo soy un cristiano».

San Rafael Arnáiz y la Virgen

En este «Hacia lo Alto», el Hno. Joaquín Rauer —Siervo del Hogar de la Madre— nos presenta la figura de san Rafael Arnáiz, uno de los santos más emblemáticos de la Iglesia del siglo XX en España. Era un joven aparentemente mundano, pero con una vida intensa oración. En sus frecuentes encuentros cara a cara con el Señor se sintió llamado a la vida contemplativa. Ingresó en la Trapa de Venta de Baños (Palencia) donde murió a la edad de veintisiete años, después de sufrir varias recaídas de una grave enfermedad que en algún momento amenazaron con impedirle vivir su vida monástica. Destacó por su tierno y firme amor a la Virgen María, que marcó claramente su vida y que nos ha legado a través de sus escritos. Él afirmaba: «Solo en Dios tengo puesta mi esperanza, y esa esperanza es María». Sigamos su ejemplo para amar cada día más a la Virgen, Nuestra Madre.

San Gabriel de la Dolorosa y la Virgen

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Sandra Galarza —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta la vida de S. Gabriel de la Dolorosa, joven religioso pasionista que murió a los 24 años de edad. Antes de entrar en la vida religiosa cayó enfermo. Hizo una promesa al Señor, pero, su atracción por el mundo y los bailes era demasiado fuerte, así que incumplió su promesa. La consecuencia fue una recaída en la enfermedad, de la que fue de nuevo curado. Viendo su pobreza, acudió a Nuestra Madre. Ella fue quien le ayudó en todo momento, fue su fuerza, su motor, su alegría, su todo. Le salvó de muchos peligros para su vida espiritual. S. Gabriel fue un enamorado de la Virgen,que lo dejó todo con absoluta radicalidad por seguir al Señor confiando totalmente en María Santísima. Pidámosle que nos ayude imitar a Jesús, como él, para obsequiar a la Virgen. Ella nos llevará al sitio donde el Señor nos espera en el Cielo.

San Luis, rey de Francia y la Eucaristía

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Elizabeth Wieck —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta la vida de san Luis, conocido por la historia como Luis IX, rey de Francia. Siguiendo el ejemplo del Maestro, san Luis desgastó su vida en beneficio de los demás: reparar la justicia, dar de comer a los pobres, dar limosna a los enfermos, visitar a los moribundos, etc. Su dependencia del Señor, especialmente en la Eucaristía, fue lo que le ayudó tomar las decisiones más correctas en los momentos más difíciles. Su reinado para él no era meramente un derecho, sino un deber que le exigía un constante sacrificio. Su secreto era la Santa Misa diaria. Pidamos a san Luis, rey de Francia, un aumento de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, para que podamos crecer en nuestro amor y deseo de recibirle con un corazón limpio.

San Luis Beltrán y la Eucaristía

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Elizabeth Wieck —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta la vida de un santo dominico español que destacó por su humildad y por el don de la oración: san Luis Beltrán. Ordenado sacerdote con solo veintidós años, pasaba largos ratos delante del Santísimo Sacramento. Se convirtió en un ejemplo vivo de santidad para sus hermanos de comunidad. Misionero en Colombia, es allí donde descubre cuán importante es que los fieles cristianos se den cuenta de la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Siete años después regresa a España, donde continúa profundizando su intensa vida de oración eucarística, que será su apoyo, su delicia y más grande su tesoro. Debemos agradecer a san Luis Beltrán la promoción de la práctica de la comunión frecuentemente y la devoción a la presencia eucarística.

Jacques Fesch y la Eucaristía

En este «Hacia lo Alto», la Hna. Anna Riordan —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta la vida de Jacques Fesch, joven francés condenado a pena capital por el asesinato de un policía. En el corredor de la muerte, encuentra a tres personas que serán cruciales en su conversión. En el redescubrimiento de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, Jacques llega a experimentar un gran deseo de ser oblación y víctima del Amor Misericordioso de Dios. Allí, en la cárcel, recobra su dignidad de hijo de Dios. Muere en la guillotina el 1 de octubre de 1957, en la fiesta de una gran santa que le ayudó mucho en sus últimos días: Santa Teresita del Niño Jesús.

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