En esta meditación, Abelardo de Armas reflexiona sobre las palabras “Hágase – Estar”. En ellas ha quedado rubricada la santidad de la Reina de todos los santos. Ser santos es, más que hacer la voluntad de Dios, convertirse en voluntad de Dios. Ésta es la excelsa santidad de la Virgen, quien nos admira al verla siempre actuando por designio divino. Quien clave los ojos en María, encontrará en Ella el modelo a imitar.