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Testimonios

Muchos hombres y mujeres nos han precedido y otros nos acompañan actualmente, en el camino hacia la santidad. Su testimonio es un ejemplo que nos empuja también a nosotros a luchar. Si ellos pueden, ¿por qué yo no voy a poder?

Dios llora en la tierra (29): ¿Coexistencia pacífica?

El porvenir de la Iglesia no está seguro en manos de los colaboracionistas. Los pastores débiles y los “sacerdotes de la paz” que, por el motivo que fuere, se han puesto a las órdenes del opresor, sólo recogen odio y desprecio. Toda la confianza de los oprimidos se dirige hacia aquellos hombres inflexibles que, sin dejar de amar a los pecadores, han denunciado intrépidos el pecado del comunismo y, en consecuencia, se niegan a traicionar a los pobres a cambio de obtener una ventaja pasajera.

 

Dios llora en la tierra (30): Cruces sobre las cuales mueren tus hermanos

De esta manera, un sacerdote tras otro se ve condenado a prisión o a una existencia anodina, en una especie de reservado para cristianos viejos y a extinguir. Puede eligir entre el campo de trabajo o el museo, pero no debe tener ningún contacto con la juventud. Se convierte así en un hombre sin futuro, en soldado en una posición perdida. No le queda otra opción que morir o capitular. En esta noche del espíritu, sin esperanzas de aurora, muchos pierden el valor y el juicio. ¿Cuántos hermanos nuestros no han muerto ya en esta cruz?

 

Dios llora en la tierra (32): El lamento de los abandonados

“Estuve doce años en la cárcel porque quería permanecer fiel a la Iglesia de Roma. Me tortuaron porque no renegué del Papa. Perdí todo por la fe. Pero esta fe me dio una paz y una seguridad que convirtieron esos años de sufrimientos en los años más preciosos de mi vida. Vosotros habéis perdido la paz de Dios. Vosotros habéis socavado la fe hasta el punto de que ya no ofrece ninguna seguridad. En vuestra libertad, habéis rechazado la razón de nuestro sufrimiento bajo la opresión. El Occidente me ha desilusionado. Antes que permanecer con vosotros, prefiero otros doce años en una cárcel comunista.”

 

Dios llora en la tierra (33): La Iglesia esclavizada

Entre ellos hay individuos ambiciosos sedientos de honores y distinciones, psicópatas llenos de resentimiento y complejos de inferioridad, pusilánimes que no observan el celibato eclesiástico, viles aduladores de los poderosos, abades, priores y canónigos de nuevo cuño. Estos adcenedizos eclesiásticos, a quienes el pueblo desprecia, son presentados por el Gobierno como arquetipos; se comportan como si estuvieran inspirados por el Espíritu Santo y fueran los salvadores de la Iglesia. Los ateos quieren que Roma escoja de entre ellos a los nuevos obispos, pese a que no son buenos pastores, sino mercenarios que han abandonado el rebaño y vendido a los comunistas a sus hermanos en el sacerdocio.

 

Dios llora en la tierra (34): Santa ilegalidad

Pero dado que la Iglesia, en virtud de su origen divino, debe desarrollar una actividad propia, no puede contentarse con lo que los ateos están dispuestos a otorgarle. Obedeciendo a Dios antes que a los hombres, se retira a las catacumbas para vivir su vida en santa ilegalidad.

 

Dios llora en la tierra (35): Con Dios en Rusia

“La vida en Rusia era dura y a menudo inhumanamente pesada; pero Dios estaba siempre con nosotros. Cada domingo, en el cementerio, organizábamos un acto religioso. Naturalmente, no teníamos ni sacerdote ni santa misa, pero el santo sacramento estaba siempre entre nosotros… Nosotros hacíamos toda clase de economías para que María pudiera viajar y traer a Nuestro Señor entre nosotros. En cada reunión María traía el Santo Sacramento en una bolsa sobre el pecho. Casi ningún miembro de nuestra comunidad orante ha muerto sin recibir la comunión.”

 

Dios llora en la tierra (36): La hora de Caín

Ahora que en Moscú la sonrisa de la coexistencia ya no es pertinente, el rostro monstruoso del comunismo, que desde 1917 muestra los rasgos indelebles de la violencia, del bandidismo, de la mentira y del crimen, ha reaparecido. Es una prueba más de que el comunismo no tolera ninguna desviación dogmática y debe reprimir por todos los medios toda apariencia de libertad; una vez más el slogan según el cual la Unión Soviética no constituye una amenaza para la Europa libre queda refutado. El comunismo no puede ser liberalizado sin dejar de ser comunismo.

 

Dios llora en la tierra (37): La hora de Caín

“No perdamos nuestra fuerza espiritual en el odio, sino consagrémosla de nuevo a la unión, al trabajo, al servicio de nuestros hermanos, al resurgimiento de nuestro país. Somos un pueblo fuerte y bueno. Abramos a la juventud la vía de la esperanza... "Sursum corda": vuestra fuerza residirá en el silencio y en la esperanza.”

 

Dios llora en la tierra (38): “Perdónanos nuestras deudas”

En el Evangelio no se dice que debamos aumentar las penas de los afligidos abrumándoles con reproches. No es noble tirar piedras desde una posición de lejanía estratégica a los hermanos necesitados. Si es necesario hablar de culpabilidad, no debe ser de la de otros, que no podemos y no debemos juzgar, sino sólo de nuestra culpa y responsabilidad.

 

Dios llora en la tierra (39): Carta a Jesucristo

“No, Señor, tú no quieres esto, porque tú no puedes contradecirte. Después de haber venido a mí miles de veces en las personas de gentes que se hallan en un estado desesperante de miseria y que me han llevado a hacer todas estas promesas, no puedes querer que las abandone. Por eso estoy a tu puerta y llamo. Grito hacia todas las ventanas de tu casa y pido. Tú me has dicho: “Pedid, y recibiréis; llamad, y se os abrirá.”

 

Dios llora en la tierra (27): El telón permanece

El Viernes Santo continúa, viernes sangrante de la Iglesia que sufre. Pero también prosigue la misión asumida entonces por el ángel consolador en el huerto de los Olivos, por las mujeres piadosas de Jerusalén, por la Verónica, que limpió el rostro de Jesús; por Simón de Cirene, que le ayudó a llevar la cruz; por su Madre, que le acompañó y estuvo con Él hasta que todo había pasado.

 

Dios llora en la tierra (26): Las Hermanas de la Resurrección

Tengo confianza en el futuro, porque en este Instituto he encontrado personas de oración y de vida interior, que no se dejan desanimar ni por las más duras pruebas. A menudo viven en la noche espiritual. Son atormentadas, como Job, y varias veces lo han perdido todo. Pero Dios les da fuerzas para empezar de nuevo cada vez. Su espíritu de entrega total ha constituido para mí una valiosa lección.

 

Dios llora en la tierra (2): “Líbranos del mal”

“Dios renueva la faz de la tierra. Como un compasivo médico, está a la cabecera de la humanidad doliente. Rodea de gloria la obra desfigurada por necias criaturas. Cuando sus dedos acarician amorosamente las cosas, la Creación permanece iluminada por el brillo de una intacta belleza.”

 

Dios llora en la tierra (3): Pobre pequeña Rosa María

“Los padres no están en condiciones de alimentar a sus hijos, y los ceden, por ello, -a menudo, llorando-, a los compradores de niños. De lo contrario, morirían. Pero el calvario que les espera es peor que la muerte. La mayor parte de las niñas son alquiladas como criadas a familias que las explotan, y a menudo, las maltratan hasta que ellas se escapan. La extrema miseria las conduce por el mal camino.”

“Santa María, Madre de Dios, ruega por Rosa María y por nosotros, pobres pecadores, y por el mundo criminal que disputa las zonas de influencia y las materias primas al precio de las almas de estos pequeños inocentes. Y haz que por la justicia y el amor reparemos lo mejor posible estas desgracias, a fin de que Dios, en su justa cólera, no nos maldiga. Amén.”

 

Dios llora en la tierra (6): No hay sitio en la posada

“La Navidad viene mil veces al año, y mil veces pide Jesús ser recibido por los suyos. Pero mil veces al año se repite también la historia de Belén, de los posaderos indiferentes y de los acomodados burgueses bien atrincherados en su autosuficiencia. Y mil veces se cierran las puertas y los corazones ante la suma indigencia, que es en verdad la indigencia de Cristo.”

 

Dios llora en la tierra (1): Una vocación extraña

“Yo soy sacerdote, monje, y rara vez estoy en mi abadía, porque desde hace veintidós años me dedico a recorrer los países en que Dios llora, o bien estoy a la búsqueda de hombres que quieran ayudarme a secar sus lágrimas. Es ésta una vocación extraña; pero, echando una mirada a mi pasado, entreveo en mi vida una línea recta que a través de todo va de Dios a Dios.”

 

Dios llora en la tierra (7): Sacerdotes con la mochila a la espalda

"La preocupación por salvaguardar de la desesperación, del extremismo y de la apostasía a sus fieles cuando éstos fueron dispersados como arena por los desiertos de escombros y por territorios de la diáspora de la Alemania de la posguerra, los convirtió en 'sacerdotes con la mochila a la espalda'. Curas que eran pobres entre los pobres… que, cuando la pobreza arrojó a innumerables seres a la desesperación, salvaron la fe de su pueblo. Héroes de la caridad, de la abnegación y de la fe en Dios."

 

Sus caminos no son nuestros caminos: D. Miguel Ángel Catalán

D. Miguel Ángel Catalán es diácono de la diócesis de Toledo. Viene de una familia católica pero no muy practicante. Por este motivo, abandonó la fe y se empezó a interesar por el Islam. Gracias a una experiencia ante la Eucaristía, conoció la verdad y encontró su vocación al sacerdocio. Y ahora anima a los jóvenes a que se dejen mirar por Dios y se fíen de la Iglesia.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Hermana Luisa María

La hermana Luisa María, de las Hijas de María, Reina de la Paz, fue impulsada por el amor a Jesús a entregar su vida por la salvación de las almas. La paz del Señor Resucitado es una paz de perdón y de comunión con Dios y esta paz es el centro de su oración, sacrificio y apostolado.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Hermana Sandra Isabel

La hermana Sandra Isabel, colombiana, explica cómo Dios la llamó a ser religiosa con las Esclavas de Cristo Rey. Habla de cómo un joven puede descubrir la voluntad de Dios sobre él, especialmente a través de la oración.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Hermana Teresa

La hermana Teresa, de Panamá, es una de las primeras hermanas de la Congregación Hijas de María, Reina de la Paz. En su juventud, la confesión y la oración fueron su fortaleza y ayuda para poder responder a la llamada del Señor. “Si Dios hace esta llamada, uno debe ser dócil y responder, porque si uno no responde, no importa lo que hagas… no vas a ser plenamente feliz”.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Hermana Juana

La Hermana Juana es de Méjico. Nos habla sobre su vocación y el apostolado que realiza como religiosa. “La vida comunitaria abarca todo. Te ayuda a madurar, a reflexionar, a mirar no a ti misma sino a las demás”.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Hermana Adriana

La Hermana Adriana es de Colombia y pertenece a las Esclavas de Cristo Rey. Cuenta cómo encontró su vocación y cómo el Señor la llamó de la vida de una chica normal a una mayor intimidad con Él. "Soy toda de Dios. Somos esclavos por amor porque nuestro Rey se ha entregado."

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Helena Marcos

Es médico y laica consagrada en las A.C.I.M. (Apóstoles de los Corazones de Jesús y de María). Nos cuenta cómo descubrió su vocación, nos habla también sobre el apostolado que realiza en su lugar de trabajo y, además, comparte su experiencia de misiones en Ecuador.

 

Sus caminos no son nuestros caminos: Mara

Mara es una maestra de 28 años. Nos cuenta su testimonio de cómo se encontró con el Señor y descubrió su vocación de consagrada, entrando en el convento de Agustinas de Santa Ana de Valencia.

 

 

Documentales

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