Mamá Margarita educó a su hijo, San Juan Bosco, bajo la mirada de Dios. Así le ayudó a crecer inteligente, libre y capaz de hacer todo por amor. Más tarde, la llamó de nuevo a ser madre, ayudando a su hijo a educar a los huérfanos del oratorio. Desde entonces, será ya para siempre “Mamá Margarita”. En el Oratorio se dedicaba a preparar la comida, lavar y remendar la ropa de aquellos pobres muchachos. A pesar de su edad, siguió trabajando y cuidadando a los niños, que buscaban su afecto y calor maternal.