Cuarenta días cerca de Jesús: «Abandonándole, huyeron todos»

Abelardo de Armas afirma, en esta meditación, que Dios ha sufrido en soledad absoluta. Nosotros, cuando tenemos una soledad, tenemos al menos el consuelo de padecer con Él. En cada tristeza, en cada sufrimiento, Él quiere compartir un poco de su soledad con nosotros, por nosotros. Podemos reparar y consolarle en la oración.

 

 

 

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