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Contemplad a María

“Yo no sé hablar de María porque deseo amarla tanto, que nunca me parece suficiente lo que pueda decir de Ella”.
“La Virgen se nos ha dado para aprender de Ella a cantar las maravillas del Señor”.
“La Virgen es el camino para ir a Jesús.
¡No tengáis miedo de amar a la Virgen! ¡Acercaos, por lo tanto, a la Virgen!
Os marcharéis con una paz inmensa en el alma. Os dará a Jesús”.

Contemplad a María: Fueron corriendo y encontraron a María

En esta meditación, Abelardo de Armas nos invita a buscar a Jesús con María. Los ojos de la Virgen tienen todo lo que necesitamos. Los ojos de la Virgen tienen a Dios y lo comunican, te llevan a Jesús. A Jesús por María y, por Jesús, al Padre.

 

 

Contemplad a María: Vieron al Niño con su Madre

No existe mayor gozo que ver a Jesús en brazos de su Madre. En esta meditación, Abelardo de Armas nos invita a abandonarnos y a entregárselo todo; a darle nuestro corazón donde está todo lo que eres y lo que tienes. El abandono es el final del camino de perfección de los santos. Abandonarse es, pues, empezar por donde ellos acabaron.

 

 

Contemplad a María: Le puso por nombre Jesús

Abelardo de Armas expresa en esta meditación, que allí donde aparece la Virgen, inmediatamente está Jesús. ¡Hazle un hueco en tu corazón! Pon a María en tu vida y sentirás su ternura, palparás su bondad. Ella te transformará en Cristo. Hay que traer a la Virgen al mundo para meter a Cristo.

 

 

Contemplad a María: Dio a luz a su Hijo

La Virgen María es Madre de Dios verdaderamente, pues el Hijo concebido en su seno es verdadero Dios y verdadero hombre. Así comienza esta meditación Abelardo de Armas, y dice que este Niño quiso abandonarse en manos de su Madre para ser moldeado por Ella. El corazón humano de Jesús era todo de María.

 

 

Contemplad a María: Me llamarán Bienaventurada

En esta meditación, Abelardo de Armas se pregunta, ¿qué tiene esta humilde aldeanita de Nazaret que se ha atrevido un día a decir: me llamarán bienaventurada todas las generaciones? En el hágase de la Virgen, se hizo una segunda creación, más maravillosa que la primera: el Verbo de Dios tomó carne en las entrañas de la purísima Virgen para hacerse uno de nosotros.

 

 

Contemplad a María: El Magníficat

En esta meditación, Abelardo de Armas explica que en el Magníficat, la Virgen entonó esos cantos que glorifican a Dios, que hace maravillas con los pequeños y despide a los que se engríen en dones que no son suyos. Y esto nos enseña a agradecer a Dios los dones que se nos ha dado, las gracias de Dios que recibimos.

 

 

Contemplad a María: Bienaventurada tú que has creído

En esta meditación, Abelardo de Armas explica que no podemos separar a la Virgen de Jesucristo. Tenemos que mirar a la Virgen para decirle: ―¡Madre, queremos ponernos a tu disposición! Enséñanos a vivir cara al Cielo, para poder pisar firmemente sobre la tierra.

 

 

Contemplad a María: Concibió María del Espíritu Santo

En esta meditación, Abelardo de Armas explica que María es Madre de Dios en sentido plenísimo. El Hijo que concibe en su seno es asumido por el Verbo de Dios, en unidad de persona. El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen María; inflamó su alma y santificó su carne con perfectísima pureza.

 

 

Contemplad a María: Y la dejó el ángel

En esta meditación Abelardo de Armas explica que contemplando a la Virgen, Ella nos virginiza, nos purifica, nos llena de fortaleza, nos desprende de lo terreno y nos arrastra hacia lo celestial. Nos hace comprender que estamos aquí de tránsito, y nos llena de paz, de serenidad, de consuelo.

 

 

 

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