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«Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».

 

 

La fiesta de hoy se instauró en el Oriente en el siglo XI y se introdujo al calendario romano en 1457 para conmemorar la victoria sobre el Islam en Belgrado. Después se celebró en los ritos Siriaco, Bizantino y Copto. Con la Transfiguración, el Señor quiere preparar el corazón de sus discípulos para que superen el escándalo de la cruz. Jesús había hablado a sus discípulos de su inminente Pasión y Muerte. Y para que no vacilasen en la fe, invita a tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, a subir con Él al monte Tabor, precisamente los tres que verían su agonía en Getsemaní.

 

 

Cuenta la leyenda que en tiempos del Papa Liberio, a mediados del siglo IV, vivía en Roma una familia noble y muy rica, que entregaba grandes limosnas para los pobres. Los esposos deseaban emplear sus riquezas en aquello que más agradase a la Virgen Santísima y a su Hijo. Y le rogaron que se lo inspirase. La Virgen se les manifestó en sueños, indicándoles que deseaba que levantasen un templo en su honor en el lugar que ella les indicase. Debían edificarlo sobre el Monte Esquilino y en aquella parte donde apareciera todo nevado. Los dos esposos se dirigieron para contarle la visión al Papa Liberio, que había tenido la misma visión que ellos. El Sumo Pontífice organizó una Procesión hasta el lugar cubierto de nieve blanquísima, donde, se levantaría una magnífica Basílica en honor de Santa María.

 

 

El P. Juan Gómez, SHM, habla de que Dios siempre saca bienes de las cosas que permite, y que es necesaria nuestra conversión para adherirnos a su voluntad con alegría y sin vacilaciones.

 

 

Desde Irlanda, Bernie Wilkinson da testimonio de la ayuda recibida de Dios en el sufrimiento, que apareció en su vida desde la infancia. Su padre era alcohólico y eso provocó mucha inestabilidad en la familia, pero su familia supo encontrar refugio en Dios en los momentos más difíciles.
El Señor le regaló un buen esposo y tuvo dos hijos. Un día, su marido encontró a su hijo muerto: se había suicidado. Bernie pedía a Dios por el alma de su hijo, porque sabía que el suicidio es un pecado. Años después, su esposo falleció en un accidente de tráfico.
Bernie afirma que el amor a Jesús en la Eucaristía y la unión filial con la Virgen María, a quien cariñosamente llama Madre, le ayuda a vivir este sufrimiento y a dar gracias a Dios en medio este gran dolor.

 

 

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