10 minutos con Jesús: El valor de una mirada limpia
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Pídele a la Virgen que te dé un corazón casto como el suyo.
Pídele a la Virgen que te dé un corazón casto como el suyo.
¿Cuáles son los frutos que el Señor espera de mi vida? ¿Hay personas que a través de mí se han encontrado con Cristo? ¿Me importa la salvación de las almas? ¿Profeso mi vida cristiana sin miedos al qué dirán o soy un cobarde que no dice absolutamente nada y que me excuso en que «es lo que nos ha tocado vivir»? El P. Christopher Hartley, en esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», nos interroga sobre estas y otras cuestiones, y nos exhorta a dar frutos de vida eterna.
«Vosotros, pues, orad así: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo…”».
¿Has pensado alguna vez en el daño que puedes hacerte a ti mismo si eres vanidoso? En este cuento podrás aprender varias lecciones: la importancia de usar el sentido común, no dejarse llevar por lo que dice cualquiera porque nos pueden engañar y, sobre todo, la necesidad de fijarse en las necesidades de los demás y no solo en nuestra apariencia.
Señor, ábreme el corazón, para que, a pesar de mis miserias, me dé sin reservas a los demás.
En este podcast de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley explica que, desde un punto de vista natural, la muerte es algo negativo porque implica la separación del alma y del cuerpo, pero si somos creyentes deberíamos estar deseando que este día llegara, como lo hicieron los santos, porque implica que vamos a ver el rostro de Dios. ¡Vivamos en serio esta vida para que aquel día no nos pille desprevenidos!
En este difícil momento, provocado por la pandemia del COVID-19, nos encontramos frente a situaciones de mucho sufrimiento, nos enfrentamos con la misma muerte. El Dr. José Luis Pérez señala que nuestra sociedad, tan acostumbrada a evitar la muerte, tiene el deber de tratar con dignidad al hombre tanto en la vida como en la muerte. Frente a esta situación, el cristiano se siente sostenido por la esperanza en la vida eterna.
No podemos dejarnos llevar por sentimientos falsos que nos llenan el alma de tristeza y nos separan de Dios. Arrojémoslos en el Corazón de Jesús y sigamos adelante.
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.»
Don Juan Andrés Talens —decano de la sección española del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II— responde a la pregunta: ¿Cómo se puede vivir el amor verdadero y la pureza de corazón? La pureza de corazón es un don del Espíritu Santo. Es necesario que, sea cual sea la vocación a la que somos llamados, haya detrás una vida de unión con Dios.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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