10 minutos con Jesús: Criaturas de Dios y a mucha honra
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Yo soy de Dios y Dios es mío. ¿Hay algo más maravilloso que tener que depender de Dios?
Yo soy de Dios y Dios es mío. ¿Hay algo más maravilloso que tener que depender de Dios?
El P. Agustín Giménez González —director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso (Madrid, España)— explica en qué consiste «La transmisión de la Revelación divina». Apoyándose en el capítulo segundo de la Constitución Dogmática «Dei Verbum», afirma que Cristo fundó la Iglesia y mandó a los Apóstoles a predicar el Evangelio a todos los hombres, para que el acontecimiento de la Revelación divina pudiera llegar a todos los hombres, de todos los lugares, de todos los tiempos. Gracias a la sucesión apostólica, Jesucristo puede llevar a cabo su misión de enseñar, santificar y guiar al pueblo cristiano hacia la casa del Padre.
El Espíritu Santo es fuego que purifica y luz que ilumina nuestro entendimiento y voluntad para poder acertar en nuestra vida.
¿Sabes qué es lo que te va a preguntar el Señor el día que te mueras, casi lo único de lo que tienes que preocuparte? De amar. El P. Christopher Hartley, en esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», recuerda las palabras de los apóstoles en las que afirman que lo más excelso es la caridad, el amar a Dios y al prójimo, y cómo todo lo demás tiene que pasar a un segundo plano.
«Al que mucho se le dio, mucho se le pedirá».
Madre, que quien me mire te vea.
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio».
Editorial
El 18 de octubre se celebrará este año la Jornada Mundial de las Misiones, bajo el lema: «Aquí estoy, envíame». El P. Calderón presidente de Obras Misionales Pontificias, aseguró que se trata de un lema especialmente relevante ya que los misioneros «no van por libre, sino que se ponen al servicio de la Iglesia, a través de órdenes religiosas o diócesis, y es la Iglesia la que les envía donde más se les necesita». En la actualidad existen 1.115 territorios de misión en los 5 continentes.
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Es importantísimo vivir la caridad con el prójimo, teniendo detalles de delicadeza con ellos.
Jesucristo se nos presenta como el Esposo que nos exhorta a estar preparados para el Banquete eterno habiendo preparado nuestro traje, un traje que tiene que estar tejido de unión con Cristo, virtudes y buenas obras. Aunque todos somos invitados al Banquete, solo aquellos que responden a la invitación podrán entrar. ¡No te pierdas este programa de «Palabras de vida desde la misión» del P. Christopher Hartley!
Tras habernos explicado qué es la primera etapa de «La Divina Revelación», el P. Agustín Giménez González —director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso (Madrid, España)— nos adentra en los misterios de la segunda etapa, que comprende desde la Encarnación hasta la venida del Espíritu Santo sobre el Sagrado Colegio Apostólico. Dios decide manifestarse a su pueblo ya no solo a través de los profetas, sino haciendo una donación total de sí mismo al hombre, encarnándose en su Hijo Jesucristo. En Él tiene lugar «La plenitud de la Revelación».
Si somos fieles a las pequeñas cosas que Dios nos pide, Él irá cambiándonos y seremos almas según su Corazón.
Comentando la parábola de los trabajadores que van a la viña y reciben un denario, el P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», advierte que todos aquellos que han trabajado siempre por el Señor deberían alegrarse porque otros que han descubierto al Señor mucho después puedan alcanzar ese mismo premio, que es el Cielo, y no llenarse de envidia, ni de celos, ni de rencores tontos, porque esto solo denota que no aman a Dios, sino que se buscan a sí mismos.
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla».
En esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley nos hace caer en la cuenta de que aunque el Señor nos llama a todos, no todos responden de la misma manera, unos lo dejan todo y otros, como el joven rico, prefieren sus riquezas; y añade que, aunque para los hombres es imposible salvarse, Dios lo puede todo, y si le dejamos obrar en nosotros y somos dóciles a sus inspiraciones, Él podrá hacer obras grandes en nosotros.
No busquemos la fama y el prestigio a cualquier precio, es mucho más importante ser honrado.
Limpiemos nuestros corazones de los juicios, de los malos pensamientos, de los rencores y de todo aquello que nos hace daño a nosotros y a los demás.
Rey de Inglaterra; fue el más popular de los reyes ingleses de la antigüedad. Tres cualidades le merecieron su fama de santo: era muy piadoso, sumamente amable y muy amante de la paz. Nació en Oxford en 1004. Fue desterrado a los diez años a Normandía y no pudo volver a Inglaterra y acceder al trono sino cuando ya tenía 40 años. Cuando recuperó el trono paterno no fue vengativo, perdonando a sus enemigos.
Descubre cómo «el dueño de la mies manda trabajadores de su mies» (Lc 10, 2). Jóvenes a los que ni se les pasaba por la cabeza la idea de ser sacerdotes, pero a los que el Señor acaba llamando para una identificación total con Él. Ateos, deportistas, grandes profesionales, triunfadores en el campo del trabajo y las relaciones con las chicas, inquietos viajeros, amantes de los coches, de la música, del cine... Tenían todo lo que podían desear, pero su corazón no estaba satisfecho. Y descubrieron que solo Dios les llenaba. Acércate a sus historias en este «Especial Sacerdotes» de Cambio de Agujas.
«Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí».
El Señor nos ama, no por lo que hacemos, sino por lo que somos; y somos obra suya, creados a su imagen y semejanza.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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