10 minutos con Jesús: Nuestro padre en la Fe
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«Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que YO SOY..».
«Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que YO SOY..».
¿Adónde quiero inclinar yo la cabeza? Al lado que la inclinó Él. Al lado de la humildad, de la pobreza, de la obediencia, del desaparecer, del olvido y desprecio de mí mismo. El mundo está falto del espíritu de Cristo. Teme el fracaso, el dolor, la burla y el desprecio. Hay que quitarle ese miedo mostrando el gozo de la Cruz, porque donde hay Cruz hay resurrección.
«Amar a Dios con todo el corazón».
Nació pasada la segunda mitad del siglo VI, en Borgoña. San Columbano fundó el monasterio de Luxeüil, en el que entró Eustasio, siendo uno de sus primeros monjes y del que también fue abad. Eustasio trataba con caridad exquisita a los monjes, era afable y recto. El influjo espiritual del monasterio fue tal que llegó hasta tierras de Alemania, que se beneficiaron de su labor evangelizadora. Allí, un monje llamado Agreste provocó la relajación y la ruina de la disciplina, llegando incluso a provocar el cisma dentro de la comunidad. Con dificultad, Eutasio logró restablecer la paz, y murió poco después habiendo cumplido su misión cuando tenía cerca de 60 años de edad.
Aunque sabemos la definición de santidad, nos conviene fijarnos en el modelo de santidad clavado en la cruz: sin quejas, perdonando a los que le abandonaron, a los que le maltrataron, ofreciéndose al Padre, procurando cumplir todo lo que el Padre quería con fidelidad y amor. Nosotros, difícilmente vemos nuestras cruces como voluntad del Padre, sin preocuparnos de dar gloria a Dios. Él lo dio todo en abandono total.
Llegamos al final de este bloque de «Un Ancla en la Tormenta» sobre «El Concilio Vaticano II». Con la ayuda de D. Pablo Blanco Sarto, profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Navarra, hemos ido comprendiendo lo que movió al papa san Juan XXIII a convocar este concilio, las fases que lo componían y hemos escuchado un breve resumen de los argumentos tratados en los documentos conciliares. Tendremos en este programa una valoración de los resultados obtenidos durante el periodo postconciliar. Estos no fueron todos los deseados. D. Pablo explica cuál fue la razón de este efecto «contrario» y las distintas evaluaciones que ha hecho la Iglesia para encontrar la fuente de errores y confusiones que se han podido dar, clarificando así lo que el concilio quiso transmitir desde un primer momento.
Nació en Inglaterra, de padres ricos y nobles, se educó con los monjes en el condado de Dorset. Al salir de la abadía, viajó a Escocia, a París y a Roma. Vuelto a Francia con un amigo, en Lyón tuvo noticias del monasterio benedictino de Molesmes, fundado por san Roberto en 1076, en Langres, haciéndose monje en dicho monasterio. En 1098 Roberto, Esteban y un grupo de monjes de la Abadía benedictina de Molestes (Francia), deseosos de mayor perfección, se dirigieron a un lugar solitario y pantanoso llamado Cîteaux, en la diócesis de Châlons, donde fundaron una comunidad con una forma de vida diferente a la benedictina de aquel entonces y que fue el origen de la Orden Cisterciense. Durante veinticinco años, rigió la abadía y toda la orden cisterciense, siendo el responsable directo de la consolidación y crecimiento. En 1133 renunció al cargo a causa de la edad y la mala salud y murió el año siguiente, el 28 de marzo de 1134.
El niño o el adolescente que no sabe hacer frente a sus propios sentimientos termina siguiendo los del grupo. Dña. Anabel Iricibar, directora del gabinete psicopedagógico Narei en Pamplona, señala en este programa de «Entre Profesionales» el irrenunciable papel que tiene la familia en la educación del corazón y de los sentimientos de los niños. El matrimonio tiene que hablar de antemano –desde el noviazgo– sobre la educación que quieren para sus hijos, estar de acuerdo en las prioridades y establecer objetivos a alcanzar.
«Tira al suelo tus piedras y vete a confesar».
En esta meditación, Abelardo de Armas nos asegura que Jesús desde la cruz nos dice: «tengo sed». Dios tiene sed de almas, de consolar a las almas, de llevarles al Padre. Tenemos que entregarle todo al Señor, confiar en Él. A Dios no le importan nuestras miserias, nuestras flaquezas. Solo quiere que estemos unidos a Él. Solo quiere amor, confianza.
Fue hijo de un noble franco de ascendencia romana. Desde niño fue piadoso, despierto y amante del saber y de las cosas de la religión. Su trato era afable, sin condescendencias, era obediente, justo y amante de la pureza y la modestia. Fue el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Fue elegido por aclamación popular obispo de Worms. Llevado de los impulsos santos del Evangelio y acompañado de un buen número de misioneros, llegó a Baviera en el año 697 y se presentó al duque Teodoro, que era pagano, pidiéndole permiso para evangelizar en esa región. Como llevaba recomendaciones del rey Childeberto, el duque le concedió el permiso de predicar. Murió el domingo de Pascua del año 710.
El corazón de Jesús, aquel que se abaja hacia los más miserables, te espera.
Jesús te espera para que le cuentes tus enfermedades. Es el único que puede sanarte. Pidamos al Señor y a su Madre dolorosa por esta juventud adormecida, por esos corazones que se arrastran por el polvo, sin pensar que el corazón misericordioso del Señor es el único que puede sanarlos.
«Pongamos nuestra confianza en los bienes del Cielo».
Nació hacia el penúltimo decenio del siglo VI. Fue discípulo y amigo de San Isidoro de Sevilla, al cual ayudó mucho en la corrección y edición de sus libros. Al morir Juan, su hermano, que era obispo de Zaragoza, el clero y los fieles lo eligieron a él para que lo reemplazara en la sede episcopal, en el año 631. Se preocupó mucho por tratar de que el pueblo se instruyera más en la religión y acabar con los errores y herejías que se habían propagado. Los últimos años, San Braulio tuvo que sufrir mucho por la falta de vista, era un verdadero martirio. Pero aprovechaba su ceguera para dedicarse a rezar y meditar. Poco antes de morir le pareció escuchar aquellas palabras de Jesús: "Ven siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho. Entra en el gozo de tu Señor". Y respondió entusiasmado: "Voy pronto, Señor, ya estoy listo". Murió santamente el año 651.
Editorial
El Día del Padre se ha celebrado esta semana envuelto con una alarmante llamada al sentido común, pues con toda esta locura de la ideología de género, hasta los padres parecen sobrar en esta sociedad actual, propia de un mundo al revés.
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En esta meditación, Abelardo de Armas asegura que la donación de la Virgen María por Madre nuestra era la culminación, el remate final del amor de Dios por ti y por mí. Por esto, Juan nos dirá a continuación: «viendo Jesús que ya todo estaba cumplido…» Es decir, entregando a su Madre, Jesús ponía colofón a su obra salvífica.
La Madre de Dios es mi Madre y me ama con el mismo amor que amó a su Jesús. Ella no ve en mí cosa distinta de Jesús.
El Verbo, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se hace carne en las purísimas entrañas de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo es verdadero Dios porque en el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios (Jn. 1,1) y es verdadero Hombre porque la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros (Jn.1,14). La Encarnación es la manifestación suprema del amor de Dios por el hombre, y sólo la inmensidad de este amor puede explicarla: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito (Jn. 3,16). Que la Santísima Virgen nos alcance de su Hijo la gracia de darle un sí total y definitivo a su plan sobre nosotros, renovado en el quehacer de cada día.
Jesús nos ha entregado a María en el momento de la cruz, hemos de ser otro Jesús para ella. En efecto, el perfecto cristiano ya no vive él, sino que vive en él Cristo. Seamos un consuelo para esta amorosa Madre.
«Que podamos decir sí como María».
Era hija de Santa Brígida. Fue educada en el monasterio de Risberg en la más estricta obediencia y austeridad. Muy joven contrajo matrimonio con el conde Edgardo por orden de su padre. Obligada a vivir en la corte, fue objeto de burlas por su santidad y su modestia. Sin duda, sus costumbres austeras llamaban la atención en medio del lujo de la nobleza. Después de quedar viuda, en el año 1350 viajó a Roma para vivir junto a su madre en la mayor de las austeridades, dedicadas las dos a cuidar a los pobres, a los enfermos y corriendo también graves peligros de toda índole, que Catalina afrontaba con una decisión y una confianza en Dios que caracterizan su intrépido modo de ser. Murió como religiosa en Vadstena el 24 de marzo de 1381.
Abelardo de Armas, medita sobre el concepto de reino del cristiano, tiene que quedar muy claro que no es el de este mundo. El reino que Jesús vive y predica, no es el que nosotros entendemos y queremos. O te haces pequeño como un niño o no entras en él. Son los que realizan el peregrinar cristiano junto a la Virgen Madre, los que caminan hacia el Reino.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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