La Santísima Virgen, poniéndole en el hombro la mano y mostrando, al mismo tiempo, un corazón que tenía en la otra mano, rodeado de espinas.
Al mismo tiempo, dijo el Niño:
– Apiádate del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas, que los hombres ingratos en todos los momentos le clavan sin que nadie haga un acto de reparación para quitarlas.
En seguida dijo la Santísima Virgen:
–Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas, que los hombres ingratos en todos los momentos me clavan, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que durante cinco meses, el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.



