Compartiendo a Jesucristo: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!
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«La mejor manera de creer en nuestro Señor Jesucristo es obedeciéndole y haciendo su voluntad. »
«La mejor manera de creer en nuestro Señor Jesucristo es obedeciéndole y haciendo su voluntad. »
Nació en Alsacia, el año 1002, de familia noble, descendiente de Alderico, duque de aquella región. Al ser bautizado recibió el nombre de Bruno, que cambió por el de León al ocupar la Silla de San Pedro. Tuvo una educación muy esmerada, frecuentó la acreditada escuela de Toul, destinada a la nobleza y recibió las órdenes sagradas. Promovió con energía los estudios eclesiásticos y, sobre todo, fue en todas partes el más decidido impulsor de la reforma eclesiástica. Tenía gran estima por la obra reformadora realizada por los cluniacenses y las Órdenes monásticas. Condenó la herejía de Berengario de Tours sobre la eucaristía. Fue hecho prisionero durante un año, pasado el cual volvió a Roma, donde murió el 19 de abril de 1054.
Krisly Toro es colombiana. Creció en una familia católica, pero que no practicaba realmente la fe. Sus bisabuelos habían sido protestantes, por lo que en su casa había un cierto aire de protestantismo. A los trece años, en un retiro, Jesús la toca el corazón y tiene una primera experiencia de la Virgen María, pero no le resulta fácil mantenerse en gracia. En la universidad volvió a alejarse de la fe, mucho más de lo que lo había estado antes. Los respetos humanos hicieron que su relación con Dios se entibiara. Llegó a España para continuar sus estudios. Es un momento de gracia. Comenzó a acercarse de nuevo al Señor. Poco después conoció el Hogar de la Madre, donde pudo descubrir su tibieza y la importancia de la Eucaristía, la pureza y la vida de la gracia.
En esta meditación Abelardo de Armas dice que todo el gozo de la resurrección nace en nosotros de que el Padre de los cielos ha aceptado la Víctima. He ahí que Jesucristo ha tomado todo el pecado humano, lo ha puesto sobre Sí, se ha hecho pecado el que no era pecado, y se ha inmolado al Padre. Y como en esa víctima están mis pecados, han resucitado también mis miserias.
En este segundo programa del bloque dedicado a estudiar el «Vínculo entre feminidad y maternidad», Beatriz Fra Amores, enfermera y máster en Bioética por la Universidad Católica de Ávila, profundiza en los conceptos de «maternidad» y «feminidad». Son términos que han ido evolucionando a lo largo de los siglos, a su paso por las distintas culturas y sociedades. En la antigüedad la mujer tenía una clara misión: engendrar. Esa era también su realización. La fertilidad se veía como una bendición, un signo de grandeza puesto que era la manera de perpetuarse. Es en la Ilustración, de la mano de Olympe de Gouges, donde comienza a darse un primer feminismo —muy alejado ideológicamente del actual feminismo— que pretende que la mujer tenga un reconocimiento social y político igual al del hombre, en el contexto de una sociedad en la que realmente la mujer no aparece en la esfera publica, quedando relegada al hogar y al cuidado de los hijos. Este movimiento no es exacerbado, no busca la separación radical con el varón, sino que tiene aún muy presente el plan original de Dios.
Nació en París el año 1565 y era de familia noble. De joven tenía grandes deseos de ser religiosa pero sus padres dispusieron que contrajese matrimonio. Se casó con el vizconde Pedro Acarí y tuvo seis hijos. Decía la beata acerca de la educación de sus hijos: "Les estoy preparando para que cumplan siempre y en todo de la mejor manera la voluntad de Dios". La bondad de su corazón alcanzaba a todos: pobres, enfermos y agonizantes. Se adentró cada vez más en el coloquio amoroso con el Señor en la oración. Al morir su esposo, pidió su entrada en el Carmelo como simple hermana lega. Sus últimos años en el convento fueron de profunda vida mística y de frecuentes éxtasis. El 16 de abril de 1618 tras un éxtasis, con una suave sonrisa murió.
D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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