P. Antonio Turú Rofes, mCR

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, fue ordenado sacerdote en 1980 por Mons. D. José Guerra Campos, obispo de Cuenca. Durante seis años, desarrolló su ministerio en pueblos de Cuenca. En 1986 recibe un nuevo destino, el Colegio del Corazón Inmaculado de María, en Sentmenat (Barcelona), lugar donde fue enterrado su fundador, el P. José María Alba Cereceda, SJ. Después de cuarenta y dos años de servicio a la Iglesia, asegura que no cambiaría ninguno, porque en cada uno de ellos ha podido aprender algo que le acercase más al Señor, que le hiciese desear la vida eterna y, en muchas ocasiones, reavivar su entrega. El Señor y Nuestra Madre, la Virgen María, son sus pilares fundamentales, donde él encuentra refugio, seguridad y consuelo, y de los cuales obtiene la fuerza para perseverar en la lucha por ser santo.

Mi experiencia apostólica

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, es el superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey. Desde que fue ordenado sacerdote ha vivido momentos tanto de satisfacción pastoral como de turbulencias e incluso persecuciones. Pero, en cada una de esas situaciones, ha visto la mano providente de Dios, que de una forma u otra le ha socorrido, sostenido y dado la fuerza que necesitaba en cada momento. El P. Antonio compartirá con nosotros algunas de las experiencias apostólicas que más le han ayudado a crecer en la fe en Dios y le han alentado a querer desgastar su vida para que muchas almas conozcan y se acerquen a Dios.

El sacerdote representa a Cristo

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, explica que, a partir de su ordenación sacerdotal, ese hombre es un representante auténtico de Jesucristo. Por eso no puede hablar ni actuar de cualquier manera. Ha sido consagrado por Dios y para Dios. Cristo le confía la misión de permitirle actuar a través suyo las veinticuatro horas del día. Solo el sacerdote puede consagrar, solo él puede dar la absolución, es decir, devolver la vida de la gracia al alma. El P. Antonio pide oraciones por los sacerdotes para que sean conscientes del don que poseen y nunca traicionen las promesas que un día hicieron ante su obispo y ante Dios.

Déjate guiar por Dios

¿Verdaderamente dejas que Dios dirija tu vida? El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, afirma que, cuando una persona confía plenamente en Dios y en su actuar, no se turba ante los cambios de planes, porque sabe que el Señor conoce mejor que él mismo lo que le va a ayudar más a su alma en ese momento. El P. Antonio nos anima a hacer actos de fe en Dios, pero no de forma pesada y triste por tener que hacer su voluntad y no la propia, sino que deben hacerse desde el amor y la confianza en que nuestro Creador, por habernos creado, sabe qué es lo que mejor hará crecer nuestra alma.

«Madre, ayúdame a perseverar»

«Madre, ayúdame a perseverar». Esta es la oración que frecuentemente dirige el P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, a Nuestra Madre, la Virgen María. Una madre vela por el cuidado, salud y buen desarrollo de sus hijos, para que el día de mañana sean autosuficientes. La Virgen María, como madre, nos quiere ayudar no solo en el ámbito terrenal sino en el ámbito espiritual. Ella quiere que todos sus hijos alcancen el Cielo, pero para que nos pueda ayudar necesita que la invoquemos, que acudamos a Ella, que nos confiemos en sus manos. Lo que más desea para nosotros es nuestra salvación. Sus manos están llenas de las gracias que Dios le da para repartir entre sus hijos, pero si no se las piden, Ella no las puede dar.

Tenemos que ser santos

El P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey, da gracias a Dios por los buenos ejemplos que recibió durante su infancia y juventud por parte de los que le rodeaban, porque gracias a ellos, siempre buscó hacer el bien. Este camino fue el que le llevó a encontrarse con la llamada de Dios a ser sacerdote, a la cual sus padres no se opusieron en ningún momento, sino que, por el contrario, se alegraron enormemente de que su hijo hubiese sido elegido para recibir don tan grande. Su mayor deseo es alcanzar el grado de santidad al que Dios le llama y, para eso, se esfuerza diariamente en ser dócil instrumento en sus manos para que Él pueda realizar su obra.

«Llena este vacío»

No es necesario hacer cosas complicadas para escuchar a Dios. Él se sirve de cosas sencillas para hablarnos al corazón. Así le sucedió al P. Antonio Turú Rofes, mCR, superior general de la Sociedad Misionera de Cristo Rey. Un día como otro cualquiera, mientras desayunaba leyendo el periódico, como era su costumbre, vio el anuncio de una tanda de ejercicios espirituales cuya foto principal era el dibujo de un corazón. Debajo estaba escrito: «Llena este vacío». Esta frase le hizo reflexionar acerca de su vida, descubriendo que estaba vacía y que las cosas del mundo le vaciaban aún más. Después de estos ejercicios siguió discerniendo hasta descubrir que Dios le llamaba a cosas más grandes que las que el mundo le proponía: le llamaba a ser solo de Él.

  • D. Julián Lozano López —delegado de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Getafe (España)— siempre ha tenido a la Virgen muy presente en su vida, pues ella ha tomado un papel especialmente importante en su sacerdocio. D. Julián es consciente de lo mucho que la necesita para ser fiel a su vocación, por ello, intenta tenerla presente todos los días, invocándola siempre.

     

     

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