Santa Isabel de la Trinidad y la vocación

En este «Hacia lo Alto», el P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre—, nos recuerda que Jesús Eucaristía, presente en la Santa Misa, es el Pan vivo bajado del cielo que hace germinar las santas vocaciones. El primer signo de la vocación religiosa en la vida de santa Isabel tuvo lugar el día de su primera comunión. Tres años después se dio otro acontecimiento decisivo: «Durante la acción de gracias, me sentí irresistiblemente impulsada a escoger a Jesús como único esposo; y, sin más dilaciones, me uní a él por el voto de virginidad». A partir de este hecho trascendental, se acentúa en ella la vocación al Carmelo; sin embargo, es a los 17 años cuando se lo comunica por primera vez a su madre, la cual no se manifestó muy favorable a sus propósitos y procuró distraerla en la vida social de Dijón. Isabel viajó, practicó la música, la danza, hizo amistades y tuvo ofertas de matrimonio, pero nada de eso sació su sed de Dios. Finalmente, viendo la realidad y autenticidad de la vocación de Isabel, su madre le brinda el beneplácito para ingresar en el Carmelo a los 21 años de edad.

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