Aunque te huelan los pies, me quedo contigo


El matrimonio y la familia no son productos desechables. Y la sociedad no es un estercolero de relaciones frustradas, que tienen arreglo, si se lo busca.


Firmes en la Verdad en su serie “Firmes en la Verdad” entrevista al Doctor, de la Universidad de Navarra, Adrián Cano, responsable de la Unidad de Diagnóstico y Terapia familiar (UDYTEF). Este profesional transmite un mensaje esperanzador para todos aquellos matrimonios que hacen aguas, pero que no están dispuestos a dejar hundir su barca.


Hemos perdido la razón

A fuerza de tirar lo que parece inservible, sin haber hecho el esfuerzo de arreglarlo, de sustituir por algo nuevo cosas que están en buen estado, de tirar la comida que sobra, de comprar el último móvil, porque está de moda…, se nos ha metido en la cabeza el criterio del descarte.


Y esto que vivimos con tanta superficialidad en las cosas materiales, lo generalizamos y proyectamos también  en las realidades más importantes de nuestra vida. Aquellas que son esenciales para nosotros y para la sociedad: el matrimonio y la familia.


Si tira un papel en la calle, es un guarro sin escrúpulos, si abandona un perro, le denuncian por desalmada, si  no recoge la caquita de su chihuahua, es un irresponsable.  Ahora bien…,  si estás embarazada y no quieres a tu hijo, deshazte de él. Si la abuelita estorba, abandónala en una residencia. Si tus hijos son inquietos, mándalos a ver la tele para  que no molesten. Si el matrimonio se pone difícil, búscate una aventura, y después otra y otra, y…


Pero hay que entender que las consecuencias son diversas. No causa el mismo daño, ni para uno mismo ni para los demás, el tirar un papel, que el  dejar tirado a tu esposo/a. Porque no es lo mismo tener entre manos a personas que a cosas. La dignidad de la persona exige el máximo  respeto y cuidado.


Tirar la llave

El matrimonio es un compromiso de amor para toda la vida. Cuando uno se casa,  se une a su cónyuge. Los dos quedan unidos por unas esposas, de las cuales han arrojado la llave al fondo del mar. Y lo han hecho así para que en los momentos de dificultad, en vez de abrir las esposas e irse cada cual por su lado, superen juntos las dificultades, las tensiones, los problemas. Casarse es decirle al otro: “te quiero tanto, que me uno a ti de manera irrevocable y tiro la llave. Porque sé que así, cuando lleguen momentos en los que me ponga tonto y mis sentimientos me lleven a querer mandarlo todo al garete, yo seguiré contigo. Y aunque sea más cómodo huir que luchar por salvar el matrimonio, yo seguiré contigo”.


Los miembros de un matrimonio y  de una  familia deben cultivar  la unidad.

Esta unidad se ve protegida en el tiempo por el vínculo indisoluble que se establece en todo matrimonio. La indisolubilidad no es una fría cadena, sino la garantía de una relación permanente, nacida y alimentada de un amor sostenido por la voluntad. El sentimiento puede acompañar, pero la ausencia de sentimiento no debe ser motivo de ruptura, porque en el matrimonio tú prometiste un amor permanente: “En la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte nos separe”. No dijiste: “Hasta que la ausencia de  sentimiento o de ilusión, nos separe”.


Bomba de relojería

Según los expertos, la ausencia de comunicación es una gran dificultad en matrimonios y familias. Cuando se guardan las cosas, se termina por explotar de la manera menos conveniente.


Aunque hay muchas maneras de comunicarse. Incluso el silencio es comunicación. No debe obviarse el hecho de que el diálogo natural y continuo es esencial en los hogares.


Por eso, es necesario cultivar espacios que  también fomenten este tipo de comunicación. Debido a la vorágine actual, esta practica tan saludable corre peligro,  y está llevando a la deriva a muchos hogares. Por ejemplo, urge retomar  la buena costumbre de las sobremesas compartidas. Mandando a la porra  móviles, televisión  y silencios egoístas.


Hablar con el otro es una manera de regalarle lo que soy y lo que vivo. No siempre es fácil. A veces, cuesta muchísimo, pero hay que hacer el esfuerzo. El matrimonio debe hablar, los hijos deben dialogar con sus padres, y viceversa. Así, el hogar se ve enormemente enriquecido por el conocimiento del otro y el ambiente de cordialidad que se genera.


Muchos matrimonios, y familias que creen  no tener solución, saldrían adelante tan solo haciendo el esfuerzo de compartir con el otro lo que llevan dentro. Hay que aprender a comunicarse. Aunque crean que no pueden o que no saben.  A nadar se aprende nadando, y poco a poco se irá cogiendo soltura. En ocasiones se requerirá de personas que puedan ayudar en esto.

Hna. Estela Morales, SHM


Para que pienses:

-¿Qué condiciones son necesarias para favorecer el diálogo en un hogar?


-¿Es lo mismo discutir que pelear, cuáles son los ingredientes de una buena discusión?


-¿Qué diferencia hay entre amor y enamoramiento?


-¿Cuáles son las virtudes necesarias en un hogar?

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