El heroísmo de la Iglesia en Centroáfrica

Ante las cámaras de «Tras las Huellas del Nazareno» tenemos en esta ocasión al P. Gaetán Cabasha, sacerdote de origen ruandés. Obligado a salir de su tierra por el genocidio de 1994, siendo aún seminarista, y tras pasar por un campo de refugiados en la Rep. Dem. Congo, llegó —después de muchos padecimientos— a la República Centroafricana, lugar donde fue acogido por el Obispo de la Diócesis de Bangassou. Allí fue ordenado sacerdote y pudo trabajar pastoralmente durante varios años. Conoce pues perfectamente la difícil situación de este país, seguramente muy desconocido para nosotros. Actualmente se encuentra en España realizando estudios de doctorado, con un tema en el que, tristemente, es ya un experto: las violencias colectivas.

El P. Gaetán nos ayuda a comprender el difícil conflicto que evoluciona desde 2013 en la República Centroafricana, con los sucesivos levantamientos y enfrentamientos entre Selekas y Anti-Balakas. Nos describe también la heroica labor de mediación que realiza la Iglesia, atacada por todos lados y considerada, por unos, enemiga y, por otros, cómplice. Y, en concreto, nos refiere el admirable ejemplo de sus obispos —el Arzobispo de Bangui, Card. Nzapalainga y el de Bangassou, Mons. Aguirre— que exponen una y otra vez la vida en situaciones de altísimo riesgo, con tal de dar testimonio del amor que Cristo tiene por cada alma.

Comenzamos situándonos. La República Centroafricana es un país situado en el corazón de África. Más grande que España en cuanto al territorio que ocupa, está poblado por apenas unos cinco millones de personas, de los cuales un 40% tiene menos de catorce años. Es  uno de los países con  mayores  índices de pobreza del mundo, especialmente tras haber caído el país en una espiral de violencia con cientos de miles de refugiados y desplazados. 

 

El P. Gaetán nos introduce con estas palabras en la situación de Centroáfrica: «Es un país muy pobre pero, al mismo tiempo, muy rico en recursos naturales. Desde la independencia, en los años 60, nunca ha tenido estabilidad. Cada diez años más o menos, hay un golpe de Estado, y siempre un golpe violento. Últimamente, desde 2013, hay una situación de conflicto generalizado, lo que lleva a los observadores a decir que es un país fallido, que ya no existe en el territorio ni administración, ni justicia, ni policía, ni ejército. Es un país completamente destruido. Y ahora más de la mitad del país está ocupado por las bandas armadas».

La religión mayoritaria en Centroáfrica es el cristianismo (36% de católicos; 53% de cristianos no católicos y 9% de musulmanes). El P. Gaetán explica el origen del conflicto: «Los musulmanes, mayoritariamente son del norte, de dos tribus. Una tribu que se llama Runga y otra tribu que se llama Gura. Están en la frontera entre Chat, Sudán y Centroáfrica. Es una zona que ha estado siempre abandonada, donde no hay infraestructura, no llegan las carreteras, y hospitales y escuelas siempre están en un estado rudimentario. Y eso ha llevado a esos grupos musulmanes minoritarios a emprender una guerra, seguramente apoyados por algunos países de fuera, principalmente por Chat, pero también por grupos de Darfur, en Sudán. Y empezaron el caos en 2013. Y lo que estamos viviendo ahora son las consecuencias de aquel conflicto».resu gaetan2

Lo que comenzó como una justa reclamación de atención, se convirtió pronto en una fuente de violencia que puso en crisis todo el país y que golpeó con fuerza a la Iglesia. Se trataba de crear una nueva República Centroafricana en la que el Islam tuviera una presencia más protagonista: «En 2013 empezaron la guerra. Se juntaron muchos grupos musulmanes en un movimiento llamado Seleka y empezaron a atacar al gobierno que estaba dirigido por el general François Bozizé Yangouvonda, que tampoco era un buen gobernador. Por donde pasaban iban saqueando las iglesias, destruyendo las capillas, robando los coches de los sacerdotes, de las misioneras, de los obispos… Llegaron a la capital y tomaron el poder, pero realmente el país ya se había hundido por completo. Desapareció el ejército nacional, desapareció la justicia, desapareció la administración».

Pero el nuevo régimen musulmán no tenía capacidad para gobernar un país: «Pusieron un presidente autoproclamado que se llamaba Michel Am-Nondokro Djotodia, pero ese presidente no tenía ni idea de lo que era un país. Su ejército no era más que un conjunto de bandas armadas de ladrones, de violentos, que no sabían lo que era un ejército. Muchos de ellos se autoproclamaron generales y coroneles. Y fueron a todas las provincias, a todos los rincones del país, a destruir, a matar, a violar. Eso alarmó mucho a la comunidad internacional. Los países vecinos, empujados probablemente por Francia, presionaron para que ese presidente dimitiera».

Pero, entre tanto, un nuevo movimiento armado se levantó en Centroáfrica. Se justificó como defensor de los cristianos, pero no tiene nada que ver con la Iglesia, ni católica ni protestante: «En muchos pueblos se levantaron los jóvenes. Veían que sus pueblos estaban siendo atacados por los Seleka, y constituyeron un movimiento que llaman Anti-balaka. Dicen que están allí para defender el cristianismo pero, realmente, sus métodos y maneras de proceder son paganos. Creen en la magia, creen que las balas no les pueden penetrar. (…) Pero no verás ningún sacerdote, ningún pastor, ninguna religiosa, que hayan dicho: “Estamos detrás”. Al contrario, el discurso de la Iglesia ha sido siempre la caridad, incluso amar al enemigo».

La correcta actitud de la Iglesia, de desmarcarse de la actividad de los jóvenes Anti-Balaka, ha provocado un serio conflicto con ellos. El P. Gaetán explica: «Lo que comenzó como una iniciativa legítima de defender a su pueblo, se convirtió en una sangrienta batalla y un tipo de limpieza étnica, tribal y religiosa, pues empezaron a matar a todos los musulmanes que encontraban por el camino, y aquello se convirtió en un caos total».

resu gaetan4Los Anti-Balaka llegaron a las puertas de la capital del país, Bangui. Fuerzas internacionales tuvieron que intervenir para evitar el baño de sangre. El ejército de los Seleka se retiró hacia el norte y su autoproclamado presidente dimitió «pero, entre tanto, ya se había disparado un caos total en todos los rincones. Los Seleka matando a los no musulmanes, y los Anti-Balaka a los musulmanes».

Preguntamos al P. Gaetán: ¿Cuál es la posición de la Iglesia en medio de todo este caos? «En el primer momento de los Seleka hacia el poder, la Iglesia perdió mucho. Perdió todas sus propiedades, sus coches, sus motos, sus medios de transporte, los ordenadores... (…) Fue un desastre. Pero luego, cuando de levantaron los Anti-Balakas y comenzaron a matar a los musulmanes, fueron las iglesias las que acogieron a los musulmanes para protegerlos. Y allí aparece el papel de la Iglesia centroafricana dentro de ese conflicto. Intentar la mediación, el Cardenal de Bangui creó una plataforma con un imán musulmán, con un pastor protestante y él mismo, para intentar hablar con unos y otros, y evitar que el conflicto se convirtiera en un conflicto religioso, cuando realmente al inicio era un conflicto más bien político y económico, pero poco a poco se fue convirtiendo en un conflicto religioso: musulmanes contra no musulmanes, y los no musulmanes contra todo lo que son los musulmanes».

La Iglesia está realizando su labor de mediación a costa de grandes sufrimientos. El P. Gaetán sufre porque el radicalismo de los dos grupos enfrentados les impide ver la verdadera posición de la Iglesia: «A la Iglesia, por ser neutral y por tener caridad, se la ve como cómplice. A veces, esos que dicen que están protegiendo el cristianismo, consideran a los sacerdotes y a los obispos como cómplices de los musulmanes. Y, en otros lugares, son los musulmanes los que dicen que la Iglesia es cómplice de los Anti-Balakas».resu gaetan3

El país tuvo nuevas elecciones y se está trabajando por conquistar la paz en todo el territorio, pero fuera de la capital Bangui, protegida por los Cascos Azules de la ONU, en Centroáfrica siguen imperando el caos y la violencia a causa de los ininterrumpidos choques entre Selekas y Anto-Balakas. De hecho, y a pesar de todo, la única institución que mantiene una cierta autoridad. Es la Iglesia: «Fuera de la capital sigue siendo un desastre porque, con la llegada de los Seleka, se destruyó el ejército nacional. El gobierno actual, legítimo, no tiene ejército, no tiene policías, no tiene jueces. Por eso, fuera de la capital, casi no tiene autoridad. Son las bandas armadas las que ocupan el terreno, de una parte los Anti-Balaka, de otra los Seleka. La única institución que queda, que tiene cierta autoridad fuera de la capital, es la Iglesia. Porque la Iglesia sigue en todos los sitios. En las parroquias, los sacerdotes intentan a acoger a los que huyen, a los desplazados, ayudan en las labores humanitarias y, al mismo tiempo, intentar la mediación».

La Diócesis de Bangassou, a la que pertenece el P. Gaetán, ha vivido una situación especialmente complicada. El primer levantamiento de los Seleka les dejó absolutamente sin nada. El obispo, el misionero español Mons. Juan José Aguirre, trabajó duramente para reconstruir la Diócesis. Comenzó entonces un segundo levantamiento, esta vez de los Anti-Balaka. El obispo arriesgó de manera heroica su vida en esas jornadas: «Los musulmanes del centro de Bangassou subieron a la mezquita. El obispo tuvo que hacer de escudo humano para evitar que los Anti-Balaka mataran a los dos mil musulmanes que estaban en la mezquita. Pasó días muy peligrosos, arriesgando la vida. Al final llegaron los Cascos Azules portugueses. Se decidió que había que desplazar a los musulmanes al seminario menor porque, en el recinto del obispado, donde están el seminario menor y la catedral, se pensaba que allí podían tener más seguridad. Cuando llevaron a los musulmanes al seminario menor, los Anti-Balaka entendieron que el obispo y los sacerdotes son amigos de los musulmanes. Y cuando los sacerdotes y obispos salen a la ciudad, reciben insultos y desprecios de esos jóvenes, que dicen que están defendiendo el cristianismo, y los responsables del cristianismo no saben lo que están haciendo».

resu gaetan 5Tras la heroica defensa de los musulmanes, que podía haberle costado la vida, Mons. Aguirre se encontró vilmente traicionado por sus protegidos y por los mismos Cascos Azules: «Los musulmanes que están en el seminario menor, atacaron a la propia Iglesia que les protegía. No sabemos dónde encontraron las armas, o si las tenían en sus cosas, pero atacaron la catedral, rompieron las puertas del obispado, fueron a buscar a los sacerdotes, porque decían que no les protegían lo suficiente, que eran cómplices de los Anti-Balaka. Los sacerdotes han huido. Y los que estaban protegidos dentro del seminario menor, ahora han conquistado el recinto. Están allí, armados, y los Cascos Azules marroquíes, que se supone tenían que proteger el obispado y evitar que los musulmanes del seminario menor desbordaran para hacer sus fechorías, no hicieron nada. Entonces ahora la gente está diciendo: “¿Pero qué ha pasado? Vosotros, la Iglesia, los sacerdotes, el obispo, habéis protegido a los musulmanes, y ahora los musulmanes se vuelven contra vosotros”. Y estamos allí en una situación de confusión. Los Anti-Balakas quieren atacar el seminario menor para acabar con los musulmanes. Los musulmanes armados y los Cascos Azules están allí, ocupando el obispado, y los sacerdotes no pueden vivir en sus hogares. Así estamos hasta este momento».

El P. Gaetán se emociona recordando esos valientes cristianos que, movidos por su fe, han arriesgado su vida para salvar otras vidas. Y en especial resalta la figura del Arzobispo de Bangui, el Card. Nzapalainga, que tuvo el valor de denunciar la situación y no callar y que llegó a plantarse a la puerta de la cárcel, reclamando la libertad de un pastor protestante injustamente encerrado, y de esconder de las iras de los Anti-Balaka a un imán musulmán. Rodeada de enemigos por todas partes, con sus estructuras arruinadas, con todas sus obras sociales y humanitarias destruidas, con los sacerdotes y religiosos huidos y perseguidos, la Iglesia centroafricana continúa amando a todos y predicando, con su doloroso ejemplo, que el único camino es el del perdón y la reconciliación.

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