Naprotecnología y… ¿eso qué es?

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«Entre profesionales» presenta un nuevo bloque titulado: «Naprotecnología y salud femenina». En él, Helena Marcos —médico especialista en Naprotecnología—da a conocer esta nueva ciencia que posibilita la identificación de los días fértiles del ciclo de la mujer. Esta circunstancia permite espaciar un nuevo embarazo si eso fuese necesario o, por el contrario, hacer uso de este conocimiento para luchar con más eficacia frente a un problema de infertilidad o hipofertilidad.

La  doctora Marcos va revelando a través de una sucesión de programas los secretos de esta disciplina clínica y los estudios que avalan su eficacia.

 

Los primeros programas están destinados a presentar una síntesis histórica sobre los hitos que han configurado y condicionado la reproducción femenina actual a nivel mundial: la distribución de la píldora anticonceptiva, la legalización del aborto en EEUU y la fecundación in vitro.

La doctora señala que Pablo VI salió al paso del enfoque que se estaba dando al tema de la reproducción. Para ello quiso  pronunciarse de modo magisterial con su encíclica Humanae Vite, encíclica que encontró fuerte oposición tanto dentro como fuera de la Iglesia. Este documento ha resultado ser profético, pues todas las intuiciones que el pontífice puso de manifiesto en ese escrito, se han cumplido una por una. A pesar de todo, gracias a esta encíclica, muchos científicos han encontrado la pauta ética y moral de su actuar profesional. Entre otros, el famoso investigador y médico Dr. Hilgers, fundador de la Naprotecnología.

El doctor Hilgers, en aquel entonces estudiante de medicina, al escuchar la información, muy a menudo sesgada, que los medios de comunicación estaban transmitiendo al respecto, decidió enterarse por sí mismo leyendo la encíclica.

Quedó fascinado por cómo el Papa trataba la realidad del  amor: un amor que es fecundo, que tiene que ser exclusivo, total. Y escuchó también las llamadas a las diferentes vocaciones que el Papa hace en la última parte: a los esposos cristianos, a los médicos, a los científicos, a los sacerdotes… Y a cada uno le daba unas directrices de cómo deben comportarse de cara a este tema.

Es muy bonito e interesante porque a los científicos les habla de que tienen que avanzar en la ciencia para que los esposos puedan conocer a las mujeres, puedan conocer el ritmo de su fertilidad y hacer uso de este conocimiento natural para poder engendrar o espaciar un nuevo nacimiento si hay motivos graves para ello. Y anima a los científicos a ser científicos. Es decir a investigar este tema tan complejo de la fertilidad humana, pero investigar iluminados por la luz divina para demostrar a los hombres que no puede haber contradicción entre la ley divina y el amor humano. Ya que el amor humano nunca va a estar reñido con los preceptos de Dios, pues este es el autor de ambas cosas.

Hace un llamamiento a los médicos católicos, a aquellos que sienten entrañablemente las exigencias de su vocación, los que sienten en su interior lo exigente que es ser médico, entendiendo esta vocación como un servicio al otro. Los llama a formarse para aconsejar adecuadamente a los esposos, a aquellos que se hacen preguntas sobre cómo actuar en referencia al tema de la anticoncepción.

El doctor Hilgers ante esta lectura de la encíclica sintió que el Papa se lo estaba diciendo a él, como futuro médico y como hombre de ciencia. Sintió una llamada personal. Vio como Dios le estaba llamando mediante esa encíclica a investigar y a formarse para dar el mejor cuidado a sus pacientes. Para él supuso un shock, porque sintió verdaderamente una llamada a iniciar este camino.

Hizo la especialidad de ginecología y decidió investigar en este campo todo lo profundamente que pudiera.

Comenzó a hacer investigaciones sobre qué parámetro podría identificarse mejor en la ovulación, puesto que era en torno a los días de la ovulación cuando la mujer es fértil. Conoció a los científicos importantes del momento que investigaban este tema, entre ellos a los doctores Billings, que en aquel momento estaban investigando y haciendo crecer su método. Y al hilo de las investigaciones dedujo que lo que mejor se correlacionaba con la fertilidad, el mejor marcador, era el moco que el cuello del útero de la mujer expulsa durante los días previos y  en los días de fertilidad. Por eso decidió dedicarse a investigar acerca de este marcador. Investigó otros marcadores, pero especialmente el moco.

En el año 1978, con la ayuda de su esposa y de sus colegas enfermeras, comenzó el método que él creó que es el método Creitor. Lanzó la formación de los monitores, de los formadores que iban a enseñar a los matrimonios a utilizar este método. Desde el principio su mentalidad científica le hizo ver la importancia de una educación con un cuerpo formal y estandarizada, de una educación que hiciera un trabajo de equipo entre el médico y los monitores. Y vio de manera meridiana, desde el principio, la necesidad de hacer un método que fuera serio en su enseñanza.

También sintió la llamada que los Papas hicieron de la búsqueda de la excelencia en la práctica médica  de estos temas. Y es cierto que él ha querido que su práctica fuera excelente, que su formación fuera acorde, reglada y académicamente potente. Por eso, en el año 1975 inició un instituto al que llamó Pablo VI en honor al Papa. En este instituto se enseña el método y atiende a pacientes.

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