Lutero y sermones diabólicos

El programa «Entre profesionales» de la Fundación EUK Mamie presenta un bloque desarrollado por Francisco José Delgado Martín —licenciado en Teología Dogmática—quien nos introduce en el personaje de Martín Lutero y en su separación de la Iglesia Católica, sirviéndose de una biografía escrita por el mismo Lutero.

El entrevistado afirma que para entender el luteranismo es preciso comprender primero quién era Lutero. Planteamiento que viene afirmando muchos autores, entre ellos Jaques Maritain, autor de un libro titulado: «Tres reformadores; Lutero, Descartes, Rosseau». En este libro se dice que el luteranismo es como el desbordamiento del yo de Lutero. Por tanto, es fundamental para entender esta doctrina atender a la vida y personalidad de Lutero. 

 

¿Qué dice Lutero sobre sí mismo?

«Yo, Martín Lutero, nací en el año 1483. Mi padre fue Juan, mi madre Ana y mi patria Mansfeld. Mi padre murió en el año 1530 y mi madre en el año 1531. En el 1516 comencé a escribir contra el Papa. En el año 1518 el doctor Staupitz me liberó de la obediencia de la orden y me dejó solo en Augsburgo donde había sido citado para comparecer ante el emperador Maximiliano y el legado pontificio. En el año 1519 me excomulgó de la Iglesia el Papa León, lo cual constituyó una segunda liberación. Y en 1521 me proscribió el emperador Carlos en una tercera absolución, pero el Señor me acogió».

Es importante saber que él plantea su vida como lucha contra el Papa. Menciona lo de la obediencia en la orden porque era fraile agustino. Se hizo fraile —como él mismo comentó— porque, en un momento de terror a causa de una tormenta, prometió a santa Ana que si se salvaba se hacía fraile. Se salvó y entró en la orden agustiniana. Manera un tanto extraña de recibir la vocación, que no parece muy recta, pero eso es lo que él mismo dice. De hecho, su padre no quería que entrara en el convento, pero él se justificó diciendo que había hecho esta promesa.

Parece que al inicio intentó ser un fraile observante. Pero su manera de enfocar la vida religiosa no fue el más adecuado. Por la manera como narra las cosas, da la impresión de que intentaba enfocar sus actuaciones desde un punto de vista pelagiano. Es decir, desde el esfuerzo personal por llegar a ser perfecto, y por lo tanto, cayendo en el orgullo y siendo demasiado exigente consigo mismo, como si contara solo con sus propias fuerzas. Manera distorsionada de entender la vida cristiana, la vida de santificación. Y de ahí procedían todos sus problemas: angustias, dificultades, escrúpulos. Tenía muchas tentaciones, lo cual es normal en la vida cristiana. Pero él confundía la concupiscencia —esa atracción al mal que tenemos todos por el pecado original— con el pecado, y entonces pensaba que no podía salir de esta situación y, por lo tanto, estaba siempre pecando, y esto le atormentaba mucho.

Ante esta inseguridad, buscó algo en lo que pode sostenerse y dedujo que la fe sí le daba esta seguridad. Pero una fe entendida como la confianza de que hiciera lo que hiciera, tuviera los pecados que tuviera, Jesucristo le iba a salvar. Esto es lo que denominaría después «la experiencia de la torre» que consistió en que al leer que: «el justo vive de la fe», entendió que la fe le justificaba pero de tal manera que, siendo pecador y siguiendo en el pecado, no se tenía que preocupar, porque tenía la seguridad absoluta de que iba a ser salvado. Empezó a entender el cristianismo y la vida desde esta perspectiva y entró en una controversia desarrollada en 95 tesis, de las cuales una de las más famosas fue la que hablaba sobre las indulgencias.

Su separación de la Iglesia católica

Hay que entender que en aquella época se estaba construyendo la basílica de San Pedro y otras grandes obras de la cristiandad. Las indulgencias eran una manera de motivar a los católicos a colaborar de distintas maneras con distintas obras a su santificación, bien haciendo peregrinaciones, bien dando limosnas, etc. Se daba un documento, que solía ser del Papa, donde se concedía unos beneficios espirituales a quienes realizaran una determinada obra.
La doctrina de las indulgencias dice que estas no consisten en la remisión de los pecados, sino en la remisión de la pena temporal, que es la remisión de la pena que tenemos que pasar en el purgatorio si en esta vida no la hemos purgado, justo castigo por nuestros pecados.

Lutero empieza a escribir contra las indulgencias. Siempre se ha hablado mucho de que en aquella época la Iglesia estaba muy mal, que había muchos abusos. Pero no parece que la intención de Lutero fuese la de corregir estos abusos, sino que él no entendía la doctrina sobre las indulgencias como algo correcto, sobre todo, porque estas tienen en cuenta las obras del hombre y consideraba que esto no era así, porque te salvas solo por la fe, sin importar lo que hagas. Las obras para Lutero no contaban para nada.

Por lo tanto, con esta controversia comenzó su enfrentamiento público contra la Iglesia de su tiempo. Se le dieron varias oportunidades para corregirse de los errores pronunciados en estas 95 tesis en las que se atacaba la doctrina de las indulgencias, el sacramento de la penitencia, la autoridad del Papa, la validez de algunos sacramentos…

Tuvo primero una entrevista con el cardenal Cayetano en 1918 en la dieta de Augsburgo. Y este cardenal acabó convencido de que Lutero no quería reformar la Iglesia, como luego se ha dicho, sino que lo que pretendía era hacer otra Iglesia. Y se dio cuenta del peligro que suponía su pensamiento. Más adelante, en 1519, tuvo un debate con el famoso polemista católico Eck, que consiguió inmediatamente acorralar a Lutero en sus argumentaciones. Lutero acabó confesando que él defendía la doctrina de Hus, que era un famoso hereje sentenciado y condenado dos siglos antes. El Papa León X le exigió que se retractara en una bula en 1520. Pasado el plazo, Lutero las quema públicamente y por tanto queda excomulgado en 1521.

Después de esto acudió a la dieta de Worms que era una reunión de los príncipes alemanes ya que, al ser alemán, estaba bajo el dominio del emperador Carlos. En esta Dieta se le dio la posibilidad de, aun siendo hereje excomulgado, no ser perseguido por ello. Pero Lutero, en vez de retractarse, siguió afirmando sus errores. Por lo tanto, en el edicto de Worms, el emperador recién elegido, Carlos V, proscribió a Lutero y se dijo que estaba fuera de la ley.

Huyó protegido por sus amigos, en particular por el príncipe de Sajonia Federico III, que organizó un secuestro para que Lutero despareciera y estuviera un tiempo escondido a salvo, bajo su protección. Este tiempo lo dedicó a traducir la Biblia al alemán y a partir de ahí, se produjeron los sucesos que le llevaron a poner en marcha esta terrible separación de la Iglesia.

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