D. José se encontró por primera vez con Lucía alrededor de 1920-1921, y la interrogó acerca de los acontecimientos. Le propuso abandonar Fátima para ir a Porto, porque allá aún no era conocida.
Del diario de la Hermana Lucía:
«De nuevo, en Fátima, guardé inviolable mi secreto. Pero la alegría que sentí al despedirme del Señor Obispo, duró poco tiempo. Me acordaba de mis familiares, de la casa paterna, de Cova de Iria, Cabeço, Valinhos, del pozo... y ¿ahora dejar todo, así, de una vez para siempre? ¿Para ir no sé muy bien hacia dónde...? Dije al Sr. obispo que sí, pero ahora voy a decirle que me arrepentí y que no quiero ir para allá.
Estaba en esa lucha, cuando fui a Cova de Iria:
Así solícita, una vez más descendiste a la tierra, y fue entonces cuando sentí tu mano amiga y maternal tocarme en el hombro; levanté la mirada y te vi; eras tú, la Madre bendita dándome la mano e indicándome el camino. Tus labios apretados y el dulce timbre de tu voz devolvió la luz y la paz en mi alma: "Aquí estoy por séptima vez, sigue el camino por donde el Señor Obispo te quiere llevar, esa es la Voluntad de Dios".
Repetí entonces mi “Sí”; ahora bien, más consciente del que dije el día 13 de mayo de 1917. Y mientras te elevabas de nuevo hacia al Cielo, como una mirada, me pasó por el alma toda la serie de maravillas que en aquel mismo lugar, hacía apenas cuatro años, se me habían dado a contemplar.»



