Palabras de vida desde la misión: ¿Tienes suficiente fe?
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Que os suceda según vuestra fe.
Que os suceda según vuestra fe.
Nació en Francia, en los límites con España, en 1160. Se doctoró en Teología y fue ordenado sacerdote. Durante la celebración de su primera Misa tuvo una visión celestial por la que creyó sentir una invitación celestial a fundar una comunidad para libertar cristianos cautivos. Le consultó lo de la fundación a San Félix de Valois y este dio su aprobación. El 17 de diciembre de 1198 recibió la aprobación del papa Inocencio III. Nació así la Orden de la Santísima Trinidad y Redención de Cautivos. Murió en Roma, donde se ocupaba de innumerables obras de caridad.
El P. Oisin Martin nació en una familia irlandesa con fe, pero a medida que fue creciendo, se fue alejando de esa fe que no había conseguido hacer suya. Comenzó a viajar por el mundo y a practicar deportes de aventura: surf, escalada, cazar serpientes... Todo esto aparentemente le llenaba. Varias personas a su alrededor murieron por la práctica de estos deportes. Llegado un punto de su vida, experimentó que si seguía viviendo así, no iría al Cielo, sino al infierno. Comprendió así que tenía que volver a casa y confesarse. A partir de ahí, su vida fue cambiando, hasta llegar a plantearse incluso la vocación. Descubre toda su historia en «Cambio de Agujas».
Albert Cortina y Miquel-Àngel Serra Beltrán –doctor en Biología e investigador en Biomedicina– abordan en esta ocasión el tema «Bioética de las biotecnologías exponenciales». Antes de lanzarnos al desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías, hemos de tener presente que el ser humano tiene una dignidad inalienable con la que no podemos jugar en pos de una mejora con fines eugenésicos. Tampoco se puede vivir en el «tecno-optimismo», pensando que las tecnologías son la solución al sufrimiento y que perfeccionarán al ser humano, porque podríamos encontrarnos con que la aplicación de tecnologías de forma indiscriminada podría formar una brecha social entre los mejorados, los no mejorados y los que no se conforman con las mejoras y van en busca de más. Y podríamos ver repetirse los errores perpetrados en los campos de concentración, con una nula preocupación por la vida humana.
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».
«A veces ni me doy cuenta de que tú, Señor, actúas».
Nació en Lérida, España, en 1833. Después de recibir la ordenación sacerdotal y trabajar doce años en la Diócesis, fundó dos institutos religiosos: los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, y las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret. Abrió colegios, escuelas talleres y otros centros de apostolado en varias poblaciones de España. Minada su salud por unas llagas abiertas en el costado, el 17 de diciembre de 1901 murió en Barcelona, en el colegio Jesús, María y José. Sus últimas palabras fueron la jaculatoria que había repetido tantas veces: «Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía».
¿Estoy convencido de que el Señor me va a transformar completamente?
«¡Te espero Jesús!».
Nació en Brescia (Italia) en 1813. Cuando tenía 11 años murió su madre. Decidió no casarse para dedicarse a las obras de caridad. Fundó con algunas mujeres una asociación destinada a la ayuda mutua y a las obras de caridad, así como asociaciones religiosas. Organizó retiros y misiones especiales en su parroquia.
En 1840 fue fundada en Brescia una asociación de mujeres para atender enfermos de los hospitales que se llamaron Doncellas de la Caridad. Fue nombrada superiora y siempre estaba dispuesta a acudir en auxilio de los enfermos y asistir a los moribundos. Murió a los 42 años feliz de haber podido servir a sus hermanos en nombre de Cristo.
D. Javier Sánchez Cañizares, doctor en Física Teórica por la UAM y en Teología Fundamental por la Universidad de la Santa Cruz en Roma, galardonado con el Premio Razón Abierta de la UFV por su trabajo de investigación publicado en su libro «Universo singular», nos explica, en esta edición de «En Perspectiva», lo que es la Sociedad de Científicos Católicos.
Ha comenzado una nueva etapa para esta institución, que nació en EE.UU. hace ya seis años, en 2006. La idea de la Sociedad es que los científicos -aquellos que se dedican profesionalmente a la ciencia- que comparten la fe católica, puedan tener un foro para reunirse y hablar, comentar las cuestiones que les interesan y preocupan sobre el modo de vivir su fe y de entenderla. Es un compartir intelectual, al hilo de cómo funciona el mundo y lo que nos enseña la ciencia, pero desde un punto de vista espiritual, rezando juntos, celebrando la Eucaristía, etc.
«Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo... aunque es de noche».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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