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Comentando el Evangelio de la vocación de san Mateo, el P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», nos interroga sobre cómo es nuestra prontitud de respuesta ante el llamamiento que nos hace el Señor: si lo dejamos todo por seguirlo o empezamos a excusarnos y a decir «peros». Por otro lado, explica que Jesús no tenía miedo de sentarse con los pecadores, pero lo hacía para transformar su vida, no solo para comer con ellos.

 

«Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.»

 

 

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy Yo».

 

 

En este programa de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley, dice que, igual que Jesús iba anunciando la Buena Noticia por todas las aldeas sin detenerse en ningún sitio para poder llegar a más personas, nosotros también debemos tener ese espíritu misionero, tenemos que tener tal amor a las almas, tanto deseo de que conozcan a Cristo, que no nos importe ir hasta el fin del mundo para llevarles la Palabra de Dios.

 

 

Si es verdad que Cristo ha resucitado -y es verdad-, entonces todas las demás cosas también son verdad: que perdona nuestros pecados, que nos ha abierto las puertas del Cielo, que está conmigo en los sacramentos...

 

 

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.»

 

 

«Mujer, ¿por qué lloras?».

 

 

Antonio era musulmán de nacimiento. A los 17 años comenzó a tomarse más en serio su fe y a practicarla con mayor fervor, pero los imanes de las mezquitas no querían responder a las dudas que le generaba el estudio del Corán, porque un buen musulmán no se hace preguntas sobre el Corán. Un día, Antonio comineza a pedirle al «Dios verdadero» que se le muestre, porque quiere conocerlo. El Señor no se hizo esperar, y Antonio empieza a conocer a Jesús de una manera sorprendente: a través de un sueño. Descubre la emocionante historia de Antonio y de todo lo que fue capaz de sufrir y de hacer con tal de ganar a Dios.

 

 

María Martínez —más conocida como «María del Himalaya»— afirma sin titubeos y desde su propia experiencia que «El budismo no es escuela de amor». El budista plantea su relación con el otro desde el egoísmo: «Yo estoy contigo mientras estoy creciendo». Y esta noción ha penetrado en occidente con un aterrador resultado de familias rotas y desestructuradas, porque, basándonos en ese criterio, decidimos abandonar a nuestros cónyuges porque hemos encontrado a «otro» con el que seguir creciendo… El budismo no es escuela de amor porque huye del sufrimiento. Cristo desde la Cruz nos enseña el verdadero amor, que no termina nunca.

 

 

Pidamos al Señor un aumento de fe para poder verle resucitado.

 

 

¡Verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya, aleluya!

 

 

«Abrahán repuso: "Hijo, acuérdate que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, por el contrario, males. Ahora él está aquí consolado, y tú eres atormentado."»

 

 

La fe de María nunca se apagó, nunca dejó de confiar en Dios, de abandonarse en sus manos; incluso, en los momentos de sufrimiento extremo, esperó contra toda esperanza.

 

 

En este podcast de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley, explica que es un gravísimo error que uno solo desee tener más y mejores cosas, y peor cuando por poseerlas, abandona a Jesucristo y, teniendo que ser un hombre o mujer llena de Él, niega al que es la Verdad, la disimula o la maquilla.

 

 

«Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo».

 

 

Comentando el evangelio de la viuda de Naín, el P. Christopher Hartley, en esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», explica que en la vida hay dos procesiones: una de vida y una de muerte, y que es maravilloso cuando uno conoce a Jesucristo como el Señor de mi vida, que transforma todos los signos de muerte que hay en mí en signos de esperanza y de vida. También la Iglesia, que es su cuerpo, está llena de vitalidad y de esperanza.

 

 

«Y mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No contéis a nadie esta visión hasta que el hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos."»

 

 

«Este es el mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como Yo os he amado».

 

 

En este podcast de «Palabras de vida desde la misión», El P. Christopher Hartley afirma que tenemos una gran responsabilidad de responder a las llamadas que el Señor nos hace, pues Él está continuamente llamando a nuestra puerta para que nos convirtamos; pero, también tenemos que llevar su mensaje a los demás, porque el Señor se sirve de instrumentos para cambiar los corazones.

 

 

«Pobres tendréis siempre con vosotros; pero a Mí no siempre me tendréis».

 

 

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