10 minutos con Jesús: El poder de resucitar muertos
- Sección: Meditaciones-homilías
- Categoría: 10 minutos con Jesús
Yo no he necesitado aprender a perdonar porque el Señor me ha enseñado a amar.
Yo no he necesitado aprender a perdonar porque el Señor me ha enseñado a amar.
Que reconozcamos que Dios es Dios, que lo puede todo y que nos ama.
«Sus padres estaban admirados por lo que se decía del Niño».
«Os digo que si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero si uno me niega delante de los hombres, también yo lo negaré delante de los ángeles de Dios.»
En esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», El P. Christopher Hartley, tomando como referencia el versículo del Evangelio de Lc 10, 21-22, nos habla de que, en la oración hay dos dimensiones, el agradecimiento y la petición, que van de la mano y que son fundamentales para nuestra vida espiritual.
La fe es confiar en quien lo puede todo. Si confiamos en Dios y nos abandonamos en sus manos, ante las dificultades, podremos dar sentido a todas las cosas. Dios sabe más.
Siempre podemos contar con la ayuda de la gracia de Dios, pero es necesario ponerse a trabajar por la santidad y dejar de perder el tiempo.
En esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», El P. Christopher Hartley explica que, muchas veces, la fidelidad a Jesucristo me va a llevar a conflictos con otras personas, pero que no podemos anteponer el bienestar y la falsa paz a Jesucristo. Solo amando la voluntad de Dios podremos amar lo demás, porque pondremos cada cosa en el lugar que le corresponde.
«No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no os paréis a saludar por el camino. Cuando entréis en una casa, lo primero saludad: "Paz a esta casa"; si hay allí gente de paz, la paz que les deseáis se posará sobre ellos; si no, volverá a vosotros.»
Muchas veces hay cosas que Dios me pide y que cuestan, pero cuando digo sí, su gracia actúa, todo se simplifica y adquiero fortaleza para acometerla.
¿En qué consiste la santidad? ¿En qué consiste la perfección cristiana a la que nos llama Jesucristo? El P. Christopher Hartley asegura que es muy sencillo: consiste en hacerse como niños. En todo el Evangelio, Jesús demuestra un amor de predilección por los pequeños y nos exhorta a hacernos como ellos. Por eso, tengo que reconocerme dependiente y necesitado de Dios, ver que sin Él no puedo nada, abandonándome en su providencia.
Señor, si Tú no necesitas mi honra, ¿yo para que la quiero?
«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta y de la ruda y de todas las legumbres, y olvidáis la justicia y el amor de Dios! ¡Hay que hacer una cosa sin descuidar la otra!»
«¡Ay de vosotros también, doctores de la ley, que echáis sobre los demás cargas insoportables, y vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
¿Cómo es tu intimidad con Nuestra Madre, la Virgen? Ella está siempre dispuesta a ayudarnos, si la dejamos.
Para Jesús la importancia no está en el lugar que uno ocupa en la sociedad, sino en cómo sirve, en cómo cuida de la fragilidad de sus hermanos.
Haced esto en conmemoración mía.
«Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras que vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad. ¡Insensatos! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de dentro? Pues dad limosna de vuestro interior, y todo lo tendréis limpio.»
En los momentos de bajón, no dejes nunca de rezar, porque será lo que te ayude a quitar tus penas, déjate mimar por el Señor.
El P. Christopher Hartley proclama, con el capítulo 19 del Evangelio de S. Mateo, que Dios, desde el principio, quiso que la unión en el matrimonio fuera indisoluble, que el sacramento del matrimonio es reflejo de Cristo Esposo que se desposa con su Iglesia mediante su sacrificio en la Cruz. Por eso, el divorcio no es lícito y, si se vive maritalmente, se vive en pecado mortal. Además advierte a los sacerdotes de la responsabilidad que tienen de enseñar esto a los fieles.
¿Te animas a acompañar a Jesús más de cerca?
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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