Compartiendo a Jesucristo: Ningún profeta es bien recibido en su tierra
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«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna».
El silencio es condición esencial de la oración, y la oración es imprescindible para la vida cristiana.
«Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”».
Construyamos nuestra vida cimentados en la Roca, que es Cristo, para que en los momentos de dificultad, no sucumbamos.
En este programa de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley nos exhorta a no tener miedo ante la misión que el Señor nos llama a realizar en este mundo, ya que no podemos olvidar que es Dios quien nos llama y Él no se equivoca nunca. Al contrario, deberíamos arrojarnos a sus pies y pedirle su fuerza, teniendo la misma actitud de Pedro: «En tu nombre echaré las redes».
¿De verdad me creo que, si yo dejo a Jesús extender su mano sobre mí, voy a quedar curado, voy a quedar transformado? ¿Creo en el poder de Jesús? El P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», explica que tengo que tener una confianza ciega en el poder de Dios y dejarle que se acerque a mí para que pueda limpiarme de todo aquello que Él considere que debe ser limpiado.
El exilio fue, sin duda, la página más oscura de la historia del pueblo de Israel. Sin embargo, fue también un periodo muy fructífero en el que el pueblo creció en el conocimiento de Dios y de sí mismo. Guiados por D. Antonio Izquierdo, licenciado en Teología, conoceremos en este programa a los profetas que el Señor hizo surgir durante este tiempo para comunicarse con su pueblo y la misión que le fue confiada a cada uno. A través de ellos, el Señor comunicó enigmáticas profecías que se revelarán con la venida del Mesías.
«No juzguéis y no seréis juzgados».
«Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti”».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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