Compartiendo a Jesucristo: Lo que implica seguir a Jesús
- Sección: Meditaciones-homilías
- Categoría: Compartiendo a Jesucristo
Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Si hemos dado la vida, ¿cómo no vamos a dar la muerte? Vamos a darlo todo, que quedarse a medio camino sería una chapuza. ¡Hasta la cumbre del Calvario!
Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?
¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el campo, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?
Cuando alguien tiene deseos de conocer al Señor, Él sale a su encuentro. Pero es necesario acudir a Él, no con deseos curiosones, sino con el deseo de conversión.
La grandeza y la belleza no se encuentran en lo material, sino en el interior. El mayor tesoro que podemos tener es a Dios.
Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
Las dos familias de Jesús, María y la Iglesia, se unieron en el Calvario.
«Nadie enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín».
El que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho.
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Y, dejándolo todo, siguió al Maestro.
Le ha sido perdonado mucho porque ha amado mucho.
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Sé generoso con el Corazón de Jesús porque Él espera tu amor, todo tu amor.
Tenemos la vocación de llorar los pecados de la humanidad con Cristo al pie de la Cruz, con nuestra Madre, María.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
No se trata de hacer cosas, sino lo que Dios quiere en cada momento. La santidad consiste en hacer lo que toca. Ni más, ni menos.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Quiero recorrer contigo cada paso, Madre, del camino de la Cruz.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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