¿Cuándo fue la última vez que has pedido al Señor por buenos y santos sacerdotes? ¿Y la última vez que se los has propuesto a un joven?
«¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?».
«Nos agarramos a Ti Jesús».
¿Qué importa cuándo venga el Señor? Lo importante es que estemos bien preparados para ese momento.
«Oh Jesús, descanso en ti».
Cristo pasa a nuestro lado deseando curarnos, ¿te vas a dejar?
«Madre mía, conserva nuestros corazones jóvenes como el tuyo».
«Jesús se volvió y al verla le dijo: “¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado”».
«¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?».
«Volver a ti».
«¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?».
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles».
¿Estoy preparado? ¿Tengo las cuentas ajustadas con Dios y con los hermanos?
«Seamos vigilantes del hoy».
«Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
«Acumula tesoros en el cielo».
«¡Ha echado todo lo que tenía!».
«Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales».
La santificación de un alma es obra del Espíritu Santo.
«En ti todos estamos vivos».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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