El sacerdote

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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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El P. José María Alsina siempre ha entendido su vocación como una llamada a ser misionero, a llegar a todas las almas para dar a conocer el «Amor que no es amado». Es un fuego que se mantiene encendido a lo largo de los años, aunque el Señor no le haya movido mucho de lugar. Desde el día de su ordenación, hace ya más de treinta años, el P. José María no ha dudado nunca de que él tenía que entregarse totalmente a Jesús como sacerdote, y así poder transmitir el amor de Jesús a muchas personas.

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El marco de la obra divina 1/8

El P. Enrique Santayana, C.O., abre este bloque de «El Sacerdote», hablando sobre la importancia de entender cuál es el lugar que tiene el sacerdocio en el marco de la obra de Dios. Toda la obra de la salvación tiene sentido solo cuando miramos a la Eucaristía. Sin sacerdotes, no hay Eucaristía y por eso estos dos misterios están íntimamente vinculados. Para entender mejor el P. Enrique pone de ejemplo al Santo Cura de Ars que era un hombre que se humillaba delante de Dios reconociendo su nada, pero al mismo tiempo reconocía que su sacerdocio era un don inestimable para su pueblo. Si la Eucaristía es necesaria para el mundo entero, significa que el sacerdocio es también necesario.

Ella siempre está allí como Madre

«Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio». (Jn 19, 17) En este programa de «El Sacerdote», el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), trae a la memoria este momento fundamental de la Pasión de Cristo para mostrarnos que realmente el sacerdote tiene una madre que siempre está allí para interceder por sus hijos. María está presente en cada momento de la vida de sus hijos; a veces discretamente, pero está. Aun en los momentos de gozo, de alegría, de sufrimiento y en los momentos que parece que no hay nadie, Ella siempre está allí como Madre. También el P. David anima a que el sacerdote acuda a Ella, porque es su madre y Ella le puede ayudar a ser padre para las almas.

 

Un puente entre Jesús y las almas

A algunos les pueden surgir muchas preguntas con respecto al sacramento de la confesión: ¿Por qué tengo que confesarme? ¿Por qué no vale que yo cuente mis pecados directamente a Dios? ¿Cuál es el motivo por el cual Jesús ha instituido la confesión? En este programa de «El Sacerdote», el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), responde a todas estas preguntas y más. Usando la parábola del hijo pródigo, nos acerca a la figura de Cristo misericordioso, que está con sus brazos abiertos en la cruz deseando escucharnos y perdonarnos. Jesús ya conoce nuestros pecados, pero sabe que necesitamos ponerlos en palabras, para poder así liberarnos de ellos entregándoselos a Él. El P. David experimenta este sacramento como un regalo inmenso que él, como sacerdote, puede ofrecer a las almas.

El corazón del sacerdote

En este programa de «El Sacerdote», el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), nos recuerda lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica: «La Eucaristía es la fuente y culmen de toda vida cristiana». Subraya la importancia de este sacramento y nos explica que el momento más importante de la historia se realiza en la Santa Misa. El sacrificio de Cristo se hace presente de modo invisible pero real. El P. David expresa su gratitud a Dios por su gran misericordia y amor por cada una de las almas, ya que se ha quedado realmente con nosotros en la Eucaristía. El sacerdote celebra la Santa Misa para poder servir al pueblo santo de Dios.

Dios ha elegido a hombres pecadores

En este programa de «El Sacerdote», el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), nos introduce en el pensamiento de San John Henry Newman sobre la razón de por qué Dios ha elegido a seres humanos para ser sus sacerdotes. «No somos necesarios para Su plan, pero nos elige para ayudar a las personas a acercarse a Él a través de pecadores semejantes a ellos». Para el P. David es un gran consuelo ver cómo Cristo elige a sus sacerdotes, no a pesar de que son pecadores, sino precisamente por esta razón. Esto lleva al sacerdote a recordar que su misión es ayudar a los laicos a santificarse en todo lo que hacen y así ayudarles con su consejo en la experiencia para llegar a ser santos. Cristo llama a que sus elegidos sean como Él: el Buen Pastor.

 

Una relación de corazón a corazón

A raíz de leer las catequesis acerca de la «Teología del Cuerpo» de Juan Pablo II, el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), descubrió el celibato como el gran regalo que el Señor le había hecho al llamarlo a ser sacerdote. Gracias a este libro y al ejemplo de entrega de sacerdotes que tenía cerca, pudo profundizar en lo que significa la paternidad espiritual. En este programa de «El Sacerdote», P. David explica que la clave es tener una relación exclusiva, de corazón a corazón, con Cristo. El sacerdote que vive así será capaz de transmitir y dar testimonio de la vida futura a lo que todos estamos llamados.

Un encuentro con Cristo a través de mí

Llegados al día de la ordenación sacerdotal, uno suele mirar el tiempo de formación en el seminario. El P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), ha estado 7 años en el seminario, en el cual vivió tiempos de bendición, retos, crecimiento, errores, alegrías, dolor...; pero también vivió un tiempo maravilloso. Una de las cosas que más le ha quedado del día de su ordenación ha sido el poder ser canal de gracia y encuentro de las almas con Cristo. «Eso es el sacerdocio, la oportunidad de tener un encuentro con Jesucristo a través de un ser humano, elegido para ese propósito». No te pierdas este programa de «El Sacerdote», donde el P. David trae a su memoria todas las bendiciones que recibió en ese día y cómo esa noche recibió una gracia inmensa de Nuestra Madre.

 

 

Cristo volvió a ser el centro de mi vida

Cuando vemos testimonios de felicidad en medio de grandes sufrimientos, nos preguntamos: ¿qué tienen ellos que yo no tengo? En este programa de «El Sacerdote» veremos cómo fue esta la pregunta que se hizo el P. David Howell, sacerdote diocesano de Southwark (Inglaterra), cuando hizo una peregrinación con 17 años a Lourdes. Esta experiencia le impactó tanto que tuvo un cambio de 180 grados en su vida. El P. David pasó de ser un adolescente complicado a tener un deseo de volver a poner a Cristo en el centro de su vida, hasta el punto de plantearse la posibilidad de ser sacerdote.

Vivir con Él y como Él

Todo sacerdote está llamado a ser Alter Christus: otro Cristo en la tierra. En este programa de «El Sacerdote», D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona y Tudela, explica que la consagración sacerdotal es fundamental, pues los sacerdotes tienen una llamada más apremiante a la identificación con Cristo: «Tened los mismos sentimientos de Cristo». Es por eso que D. Miguel, desde su experiencia de sacerdote, pide la gracia de poder vivir con Cristo y como Cristo entre los hombres para poder dar vida. Dar la vida como Cristo es lo que da verdadera alegría, y vivirlo con Cristo hace que todo lo demás sea totalmente indiferente. No te pierdas este programa de «El Sacerdote».

Estar a solas con Él

Si para cada cristiano la vida de oración y el contacto personal con el Señor es fundamental, ¿cuánto más para un sacerdote? Esta intimidad con Jesús Sacramentado es la fuente de la fidelidad del sacerdote, y en este programa de «El Sacerdote», D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona y Tudela, comparte que uno de los peligros más grandes para el sacerdote es el activismo, por el que tanto sufre la vida espiritual. D. Miguel hace hincapié en la realidad de que cuando el Señor está en el centro de la vida, Él lo ordena todo.

Por María al Señor

Gracias a que la formación en casa calaba en él y a que fue a un colegio de Maristas donde los sacerdotes eran un gran ejemplo, D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona y Tudela, ahora tiene una relación muy estrecha con nuestra Madre del Cielo. En todos estos años Ella ha estado presente en su vida y él no se ha quedado con los brazos cruzados, sino todo lo contrario. Ha ido fomentado y cultivado su relación con Ella, siguiendo el ejemplo de los santos que han caminado en esta vida agarrados de su mano. D. Miguel nos deja con una idea muy clara: hay que, por María, para llegar al Señor.

Los momentos más gozosos

Para D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona y Tudela, el confesionario es un lugar privilegiado en el que el Señor rompe cadenas. Con ejemplos de su propia experiencia, D. Miguel explica que lo que parece un sacerdote perdiendo su tiempo sentado esperando a las almas, es en realidad una fuerza pedagógica de la importancia del gran regalo que el Señor ha dejado al santo pueblo de Dios. Este sacramento de la confesión, en el que D. Miguel ha percibido al Señor actuando muy palpablemente en él y en el penitente, le ha permitido vivir los momentos más gozosos de su propia vida como sacerdote. No te pierdas este programa de «El Sacerdote».

Allí es donde descanso

En este programa de «El Sacerdote», D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona, nos adentra en lo que es el gran misterio de la Eucaristía en su vida, Presencia ante la cual descubre su pequeñez en comparación a la grandeza de Dios. Con respecto a la Santa Misa, D. Miguel nos abre el corazón respecto a los momentos más especiales en los que el Señor habla más fuertemente a su corazón, y nos habla de la importancia de cuidar esos momentos con Jesús Sacramentado. «Poner al Señor en el centro; de ahí vienen todos los bienes. Es mi medicina, mi consuelo. Allí es donde descanso».

El Señor me iba buscando

La llamada del Señor es irrevocable e inconfundible. D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona, nos relata cómo estudiando con los Maristas sintió la vocación por primera vez. En este programa de «El sacerdote» descubrimos cuáles fueron los motivos por los que no respondió enseguida: le atraía más el mundo, sus propios planes, la carrera… que la propia voz del Señor. Aunque don Miguel quiso huir de su llamada, el Señor no dejó de buscarle para darle numerosos regalos a lo largo de su vida, y encontró entonces la fuerza para decir sí y responder.

 

Su mirada no me ha abandonado

D. Miguel Garisoain Otero, sacerdote diocesano de Pamplona, hace memoria del gran regalo de su vida: La mirada del Señor sobre él. Muchos sacerdotes suelen hablar más de su ordenación sacerdotal, pero él nos habla del paso previo, que es su ordenación diaconal. No te pierdas este programa de «El Sacerdote», donde D. Miguel relata este día tan especial, y cómo al llegar la noche recibió una de las gracias más grandes de su vida. Demos gracias a Dios por su llamada y por entregarse por la Iglesia.

Mirad a Cristo

En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, culmina este bloque concretizando cómo hay que vivir el ministerio sacerdotal. Su respuesta es: «Mirar a Cristo». En cualquier misión o apostolado que el sacerdote tiene encargado, lo fundamental es que no quite los ojos de Cristo. El P. Ramón recuerda a los sacerdotes que las almas van buscando a Cristo, y por eso el sacerdote tiene que desaparecer y así poder transformarse totalmente en Cristo por el bien del pueblo santo de Dios. «Que Él sea el centro de nuestras vidas», y así se puede llevar a Cristo a las almas.

La centralidad en Cristo

«Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo». (1 Cor 12, 12) En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, hace referencia a este versículo de san Pablo subrayando cómo esta unidad con la Cabeza es fundamental y extremadamente importante para servir fielmente al pueblo santo de Dios. Sin la oración y la intimidad con Jesús, es imposible para el sacerdote ser uno con Cristo. El P. Ramón exhorta a los sacerdotes a volver a la centralidad en Cristo, porque si uno es negligente en tener a Cristo como su centro, llegará a la muerte. Sin la oración, uno no tiene vida.

Ser otro Cristo

‌Por el bautismo todos los cristianos estamos llamados a una identificación con Cristo, pero solo algunos tienen la llamada dentro de la llamada para llegar a una identificación más íntima con el Señor, ser Alter Christus. En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, habla de un modo concreto sobre este camino de santidad reflejado en el don del celibato. Por esta vida célibe, el sacerdote está llamado a llevar a cabo su misión de entregarse a todos y a no tener ni tiempo para él mismo, para poder llevar a término su misión específica y exclusiva de pertenecer solo a Cristo y así poder servir al pueblo santo de Dios.

La actualización del bautismo

‌En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, da respuesta a las personas que piensan que ellos mismos pueden confesarse directamente con Dios, explicándonos por qué el sacramento de la Reconciliación, es la actualización del bautismo. Este sacramento medicinal es tan necesario para los fieles porque devuelve la gracia de Dios al alma caída, la levanta. El P. Ramón explica cómo Dios, en su misericordia, ha regalado gratuitamente a la Iglesia este poder para oír las palabras de: «Yo te absuelvo de tus pecados», que nos consuelan infinitamente. Este es el misterio de los sacramentos, estos signos visibles son los que expresan lo invisible, y esta gracia nos santifica.

Sacerdote de cuerpo entero

La raíz del sacerdocio es la Eucaristía: Jesucristo mismo. El sacerdote está llamado a que Él, Jesús, sea el centro de su vida, y así llegar a ser sacerdotes de cuerpo entero. En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, nos recuerda la exhortación de san Juan Pablo II a los sacerdotes y seminaristas en su viaje apostólico a Valencia, en 1982, donde puntualizaba que la Eucaristía no es algo más en su ministerio, sino que es el principio y fundamento. El P. Ramón comparte recuerdos de su tiempo en el seminario, donde fomentó su experiencia de asombro con Jesús Sacramentado, y cómo ya en su ministerio ha visto verdaderos milagros en la vida de sus fieles y en su propia vida con respecto de la Eucaristía.

La obra de Otro

En este programa de «El Sacerdote», el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, habla de la misión del sacerdote. Siguiendo las palabras de san Juan Pablo II, nos explica cómo cada sacerdote tiene que ser para el pueblo de Dios: hermano, amigo, liturgo, maestro y pastor. Desde su experiencia, exhorta sobre la importancia de reconocerse nada ante Dios, pues es Él quien va a realizar su obra en las almas. La obra es suya. El P. Ramón recuerda a los sacerdotes que tienen que dejarse llevar por la gracia, por la historia, por las circunstancias, porque es el Señor quien lleva la misión.

Tengo que ser sacerdote

Viniendo de una familia católica no practicante, el P. Ramón Martín, sacerdote diocesano de Valencia, nos adentra en este programa de «El Sacerdote», en el gran descubrimiento de su vocación al sacerdocio. Después de su propia crisis existencial, el P. Ramón experimentó cómo la mano providente del Señor le guio a las ordenaciones que se celebraron en el primer viaje apostólico de Juan Pablo II a Valencia. En esta ocasión, las palabras del santo padre se clavaron en el corazón de este joven tanto que él mismo se dará cuenta de que el Señor le ha llamado al sacerdocio. El P. Ramón Martín no cesa de dar gracias a Dios por este don inmerecido de poder servir al pueblo santo de Dios y ser siervo suyo.

Necesitamos sacerdotes santos

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies». El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, deja claro que el sacerdote no solo es fundamental para la Iglesia sino también necesario. Es justamente así como Cristo ha querido transmitir su gracia a las almas, a través de instrumentos dóciles, «pero especialmente sacerdotes santos». El P. Juan reitera la idea de que si los sacerdotes no buscan la santidad, tampoco van a ver como necesidad ayudar a las almas a buscar su propia santidad o buscar la unión con Dios. «Necesitamos que el pueblo de Dios rece por trabajadores para la mies».

 

Ser un hombre de Dios

En este programa, el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, nos habla de la importancia de la vida de oración en el día a día del sacerdote. A raíz de este unión íntima con el Señor, el sacerdote puede realmente llevar a Cristo a las almas y ayudarlas en su relación con el Señor. El P. Juan resalta que el sacerdote no solo está llamado a decir palabras bonitas y teóricamente saber cosas de Dios, sino transmitir a Dios y darle vida a esas palabras. Esto solo puede suceder al tener una amistad íntima con el Señor a través de la oración.

 

Ahí tienes a tu Madre

Jesús entrega a toda la Iglesia a su Madre al pie de la cruz, pero concretamente a los sacerdotes; Juan la acogió en su casa como algo suyo. El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, explica la figura del sacerdote como otro Cristo y cómo este está llamado a amar a la Madre de Dios como algo suyo. Compartiendo sus propias experiencias y vivencias, vemos cómo el P. Juan tiene muy claro que es Nuestra Madre la que forma el corazón del sacerdote a imagen del Corazón de Jesús. Él subraya la importancia que tiene en su vida la consagración a Ella cada mañana, que en último término consiste en ponerse bajo la protección maternal de la Virgen María. Ella forma al sacerdote.

La gracia de Dios pasa a través de mí

Para el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, uno de los misterios más bonitos como sacerdote es administrar el sacramento de la confesión ya que en el momento de perdonar los pecados la misericordia de Dios se hace viva y palpable. En el sacramento, por la gracia que pasa a través del sacerdote, las almas encuentran la paz y la serenidad por la reconciliación con el Señor. El P. Juan nos habla de cómo invoca mucho al Espíritu Santo para que el Señor le pueda utilizar consolando y fortaleciendo las almas a través sus palabras.

Mis manos ya no me pertenecen

Ordenado a los 24 años, el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, reflexiona en este programa - después de más de 28 años de vida sacerdotal - sobre el día de su ordenación.  Vivió este día con una alegría íntima, centrado en el Señor, y con el paso de los años profundiza cada vez más en lo que es ser «otro Cristo». Después de este momento, las manos ungidas del sacerdote ya no le pertenecen, están al servicio de Cristo y de la Iglesia, para llevar la misericordia de Dios a todos los hombres.

Dios me quería totalmente para Él

Jesucristo sigue llamando hoy a hombres pecadores para realizar su misión de salvación en el mundo. Dios ha querido servirse del hombre, del sacerdote, para llevar su gracia a los demás hombres. El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, habla de su llamada particular al sacerdocio, la cual descubrió desde muy niño. Era monaguillo y al ver los ejemplos de buenos párrocos el deseo de ser sacerdote fue creciendo con la oración diaria y la recepción de los sacramentos. Aunque en unos momentos no quería la vocación para no ser «distinto de los demás», tenía la convicción de que Dios le había llamado a ser totalmente para Él.

No puedo vivir sin la eucaristía

La Iglesia vive de la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia. El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, nos habla en este programa de cómo él no puede vivir sin la Eucaristía. Desde el día de su ordenación sacerdotal, hace más de veintiocho años, ha tenido la gracia enorme de celebrar la Misa todos los días. Cuenta cómo recibió la gracia de la ordenación sacerdotal para alimentar al pueblo de Dios a través de los sacramentos, especialmente con la Eucaristía, e insiste en la necesidad de la delicadeza en el trato íntimo con Jesús en la Eucaristía, durante la Misa y también en la adoración.

Una respuesta para el mundo de hoy

En el mundo en el que vivimos, que pone en duda todo sobre el valor de la fe cristiana y la ve como algo «medieval», ¿vale la pena ser sacerdote? El P. Enock Leopold insiste en que el sacerdocio es la fuente de la vida y una respuesta necesaria para el mundo de hoy. Hay muchos que viven como ovejas sin pastor, y necesitan la ayuda de sacerdotes santos para resolver sus problemas y falta de paz interior. El P. Enock anima a los jóvenes que se están planteando la vocación a salir de su «zona de confort» para entregarse plenamente a las almas y ser verdaderos hijos de María, madre de los sacerdotes.

La Sabiduría de Dios

¡Qué importante es fomentar la vida espiritual! Para el P. Enock Leopold uno de los alimentos espirituales imprescindible es reflexionar y meditar en la Palabra de Dios, y así poder tener la mente de Cristo y transmitir la palabra de Dios a las almas. La escritura, siendo una fuente de la que mana todo lo que Dios ha querido decir a los hombres, es para cada sacerdote y cada cristiano un tesoro. Debe ser meditada en nuestra oración, porque uno no puede dar a los otros lo que no tiene. Si quieres saber qué pautas nos da el P. Enock para acoger esta Sabiduría de Dios, no te pierdas este programa de «El Sacerdote»

Tomar en serio la Eucaristía

Jesús ha querido quedarse en la Eucaristía, que es la fuente y culmen de la vida cristiana. En este programa de «El Sacerdote», el P. Enock Leopold señala la gran importancia que la Eucaristía debe tener en nuestras vidas. ¿De dónde brota la unidad de la Iglesia? ¿De qué vivían los primeros cristianos? De la Eucaristía. Nos recuerda que sin este gran sacramento de amor, todo lo que hacemos, en realidad queda estéril. Recordemos que Jesús nos llama y nos espera en el sagrario. El P. Enock nos exhorta a responder a Jesús: «¡Aquí estoy Señor! Sin Ti no puedo avanzar».

Buscar las ovejas perdidas

En este programa de «El Sacerdote», el P. Enock Leopold nos recuerda el momento en el que Jesús promete a sus seguidores la venida del Espíritu Santo. Nos advierte que es aquí, en esta efusión del Espíritu, donde serán capaces de evangelizar a toda la tierra. Este fuego es lo que mueve al P. Enock en su apostolado con las almas, buscando las ovejas perdidas de la Iglesia. Hace un llamamiento a todos los fieles a salir al encuentro de los jóvenes, a convocarlos a la misión y a no tener miedo porque, «si Dios está con nosotros, es posible».

El sentido cristiano del sacerdocio

«Me hace más persona, más sacerdote… , me hace más santo». Esto es una descripción que el P. Enock Leopold hace del apostolado que él ha llevado a cabo y que gracias a Dios puede seguir realizando. En este programa de «El Sacerdote» nos habla de su labor como capellán y nos abre los ojos al significado del sufrimiento. Realmente el sufrimiento es una manera de unirnos más a Jesucristo. «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».

La Iglesia nos necesita

En este programa de «El Sacerdote», el P. Enock Leopold da unas pautas según su propia experiencia de cómo discernir la propia vocación. En medio de la confusión de no saber si responder al Señor o no, su propia madre es la que le anima a tomar esta decisión. «Preocúpate de la Iglesia, la Iglesia te necesita», será una de las frases cuya madre le dirá, animándole al mismo tiempo a no tener miedo y a ser generoso. El P. Enock, al compartir estas experiencias, anima a los jóvenes a ser firmes en lo que el Señor les vaya pidiendo.

Seguía firme en la fe

‌Nacido en una familia católica y formado en la vida de fe y de verdad, este joven no duda en su corazón de que haya posibilidad de que Dios le pueda llamar a ser sacerdote. El P. Enock Leopold comparte que, por razones familiares, no llega a entrar en el seminario, pero gracias a la providencia en medio de circunstancias duras y las oraciones de su madre, el Señor le manda un sacerdote para ayudarle a discernir la clara voz del Señor. Descubre más de su historia en este programa de «El Sacerdote».

Nos unimos a Jesús en la Eucaristía

En esta última edición con D. Lucas Blanes, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), vemos la importancia que tiene la misión del sacerdote, ya que es el único capaz de traer a Jesús en la Eucaristía y de perdonar los pecados. Muchas veces corremos el riesgo de acostumbrarnos a lo más preciado que nos ofrece la Iglesia: la Eucaristía. La Eucaristía lo es todo, y no puede ser que un cristiano se acostumbre. «Es el alimento que ceba leones», es el descanso de nuestras almas, es verdadera fortaleza en la batalla contra los enemigos del alma. El sacerdote no destaca por haber sido un buen futbolista o por ser guapo e inteligente. No, el sacerdote destaca porque es otro Cristo en la tierra, actuando así in persona Christi, evitando que las almas se condenen mediante el sacramento de la reconciliación.

Nuestra madre del Cielo

D. Lucas Blanes, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), comparte la relación que él personalmente tiene con la Virgen. María es el camino más corto para llegar a Jesús. En los momentos más difíciles, D. Lucas siempre ha experimentado el apoyo de la Virgen como verdadero baluarte contra las tentaciones y dificultades de la propia vida sacerdotal. No tengas miedo de acudir a la Virgen, ya que es el legado más grande que nos hace Jesús en su agonía.

El sacerdote no es un solterón

D. Lucas Blanes, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia (España), da su testimonio de la alegría de vivir realmente el celibato. Muchos se preguntan: ¿Por qué los sacerdotes no se pueden casar? El sacerdote no es un solterón, sino que es un padre y esposo de la Iglesia. El que ama es feliz, porque el darse al otro es lo que realmente realiza como persona. El amor siempre implica la donación y el reconocer al otro como una persona con dignidad.

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